‘Un año, una noche’: mirada íntima al trauma de los supervivientes

Andrea Villalón Paredes / 17.09.2022

Todos estamos familiarizados con los atentados que París sufrió en noviembre de 2015, donde hubo varios tiroteos y explosiones. La película de Isaki Lacuesta intenta reconstruir dicho evento, concretamente el sucedido en la sala de conciertos Bataclan, además de explorar las consecuencias que dejaron en aquellos que lo sufrieron.

Estamos en una época en la que estamos acostumbrados a presenciar actos violentos con frecuencia, ya sea en nuestro entretenimiento o en el día a día, cuado echamos un vistazo a las noticias. Sucede que, a veces, las películas sobre atentados pecan de ser morbosas, sobre utilizando la violencia hasta el punto de desasociar con lo que está pasando. En la película de Lacuesta pasa lo contrario. Hay un balance que se mantiene durante toda la película, la violencia solo se presenta cuando es necesario, haciendo que sea algo impactante, pero no morboso. La manera en la que la escena del tiroteo de Bataclan está dirigida y editada es inteligente, no se recurre a lo explícito, sino que se usan los recursos cinematográficos para enfatizar la confusión y agresividad del evento, haciendo que el espectador mantenga la respiración y se cree un silencio absoluto en la sala por el impacto de las imágenes.

Aun así, lo más interesante de la película no es en sí el atentado, sino cómo los protagonistas se enfrentan al trauma posterior del atentado. Una mirada íntima al dolor y miedo posterior que marca la vida de la pareja y que se explora desde la represión de las emociones hasta la externalización, donde paradójicamente se mezclan el drama y la comedia.

El trabajo de los actores, Nahuel Perez Biscayart y Noémi Merlant, ayudan a que la historia sea creíble y desgarradora. Sobre todo, por parte de Merlant, con un rango increíble, que se posiciona como una de las actrices más potentes de Francia y brinda a la película una de las mejores actuaciones de su carrera hasta el momento.

Fotograma de Un año, una noche

No obstante, la película peca de ser demasiado larga, haciendo que ciertas partes, sobre todo en aquellas del tercer acto, se hagan pesadas, dando la sensación de quedarse atascada en algunos ritmos narrativos que intentan retrasar lo inevitable. Además de tener algún que otro agujero de guion, en el que el Lacuesta parece que se debatía entre la ambigüedad y el realismo.

Un Año, una noche es una película que apuesta por la introspección de un atentado terrorista, no solo por el acto violento, como lo hizo Utoya, 22 de Julio, sino que también nos muestra las secuelas que dejó en los supervivientes, apostando por una narrativa no lineal, creando así una atmosfera de tensión. Un film que merece ser visionado en la gran pantalla y que desde Testigo recomendamos encarecidamente.

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