‘MMXX’: cambios tonales, invariaciones nacionales

‘MMXX’ (2023).

Mario C. Gentil / 03.10.2023

MMXX (2023), la nueva cinta de Cristi Puiu, presentada en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián, sigue persistiendo en un camino progresivo de estilización de los rasgos formales del autor a lo largo de su filmografía. Con la constante presencia del plano secuencia (con pocas tomas que tienen varios minutos de duración), y con el diálogo como motor constructivo, autorretrata a Rumanía en su compleja situación moral y cultural. Con la pandemia como contexto, desarrolla una obra capitular que recorre una amalgama tonal (de la comedia ridícula al drama turbio), pero, donde cada episodio parte siempre de una exposición dialéctica de los actores que permita una analítica de los personajes, y así, finalmente, obtengamos una traslúcida radiografía social.

‘MMXX’ (2023).

Dividida en 4 episodios, MMXX va desplegándose minuto a minuto a modo de radiación de fondo, donde la substancia va penetrando en cada relato conforme éste va desarrollándose. Como si fuesen tazas de infusiones, durante un espacio temporal el personaje se exprime y se expone al calor del recipiente hasta que su esencia toma por completo esos espacios. Desde la primera entrevista en la que una pseudociencia sirve de punto de partida, hasta un final en el que el drama realista rebela una de las problemáticas más oscuras de Rumanía, la obra transita con este modus operandi como método para rebelar patrones de comportamientos y oxidadas dinámicas culturales que lacran el desarrollo de un país. El gesto político es aquí total. La compartimentación no hace, por el contrario, que esta crítica se dirija a un aspecto puntual o situacional, sino que muerde en el tuétano y se convierte en un ejercicio de endoscopia de todos los lugares afectados por los tumores de la sociedad rumana. La reivindicación feminista e igualitaria subyace en cada uno de los episodios; una exposición del egoísmo, y del fuerte sentimiento de individualidad impregnada en los modos de actuar rebrota en cada acto. Se convierte en una obra que se vuelve cada vez más incómoda de ver conforme la comicidad va dejando espacio para la asimilación del realismo.

La película de Cristi Puiu se presenta, junto a All Dirt Roads Taste of Salt, y La práctica, con la puesta en escena con más enjundia y fiel a sí misma de cuantas obras se hayan presentado a competir por la Concha de Oro. Quizás, esta elección de estilo le perjudique a la hora narrar durante casi tres horas; así es que, salvando las simas lógicas de toda obra asentada en el diálogo, MMXX cuenta, sobre la superficie estable y consistente que ella misma crea, un discurso de variaciones tonales pero sólido y compacto.

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