Clara Tejerina / 01.10.2023
Kitty Green vuelve con su nuevo largometraje, The Royal Hotel, en el que dos amigas se van de viaje a Australia para desconectar y pasar juntas sus vacaciones. Por temas de dinero acaban en un pueblo remoto donde tendrán que trabajar en un bar rodeadas de camioneros y masculinidades tóxicas.
Un bar en medio del desierto, un jefe alcohólico y con problemas de ira, un ambiente de pueblo pequeño bruto y dos chicas extranjeras que aparecen en ese lugar son los elementos que conforman la propuesta. Las dos protagonistas están encorsetadas en sus roles prototípicos. Hannah (Julia Garner) es la chica sensata a la que le cuesta más adaptarse porque es la única que ve la realidad de lo que viven. Liv (Jessica Henwick) es la que por querer fluir más con la situación que les ha sido dada, es representada como una chica que no se entera de los problemas hasta que son demasiado grandes y evidentes. Por otro lado, el pueblo se queda también reducido al tópico de pueblo pequeño de carretera, con personajes que, independientemente de ser mujeres u hombres, son básicos y toscos por naturaleza, y en el que todos, sin excepción ni perdón acaban siendo reducidos al mismo concepto de masculinidad tóxica.
Este es el siguiente largometraje tras la prometedora “The assistant” (2019). En la que Green exploraba los temas del MeeToo a través una atmósfera compleja y un uso muy inteligente del fuera de campo. Un buen punto de partida en el que mostraba habilidades expresivas interesantes. Es por ello que, en su nueva película, destaca esta necesidad de formas para con la nueva propuesta, con la que podía haber abarcado el feminismo con la sutileza prometida. Sin embargo, la cinta se queda limitada en las formas del clásico relato de “trauma y venganza” y cae en tópicos manidos sin aportar nada nuevo a este estilo de narrativas.
La película también trata de introducir secuencias de terror haciendo uso de elementos australianos como las serpientes, y a través de personajes concretos que después, se ve que bien podrían ser intercambiable casi por cualquier otro. Sin embargo, esta construcción del terror se queda a medio camino y no llega a desarrollarse del todo. Dentro de esto, es una película cómoda de ver, que no supone un gran esfuerzo para el espectador y es entretenida, pero que por la capacidad que ya demostró la directora en su obra previa y por el interés en este tipo de historias se queda como un proyecto que tenía mucho más que ofrecer.