Mario C. Gentil / 07.06.2022
Las Gentiles, última película del director sevillano Santi Amodeo, ya está en las salas comerciales desde el pasado viernes. La cinta, que fue preestrenada en la última edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla, aborda desde un enfoque sorprendentemente actual, el suicidio juvenil.
La que es ya, desde 2021, la mayor causa de muerte entre los jóvenes en España, podría decirse que es el topic de la película, pero sería quedarse muy corto en esta observación, pues el filme, de notable calidad, aglutina una serie de temas relacionados entre sí, como son: la búsqueda de la propia identidad, la incomunicación con los padres, la pesadez insufrible de la existencia y la rebeldía como defensa. También versa sobre las nuevas dificultades de las relaciones amorosas una vez superadas las barreras arcaicas de las tradicionales condiciones sexuales, las amistades verdaderas no exentas de toxicidades debido a la edad y el estado depresivo, o la tendencia al amor entre personas patológicas. Así como también la sobreinformación que producen las redes sociales en gente que está madurando, y el uso como vía de escape, a veces hasta enfermizo, que hacen los jóvenes de éstas.
Pero todos estos temas son expuestos en toda su ambigüedad, sin omitir la doble mirada, y a su vez, con un acertado acercamiento a la mentalidad actual, imaginativa, expresiva, ecléctica, igual que la que juventud vierte en torrente hoy día, y que vemos de forma más patente en las redes.
En menos de 80 minutos de metraje la cinta nos golpea con un guion (realizado por el propio Santi Amodeo junto con Rafael Cobos) que, aparte de aportar una original mezcolanza narrativa, consigue aunar las temáticas tan en boga de la película con una evolución de la historia muy atractiva y coherente hasta el final.
Haciendo una brevísima sinopsis, Ana y la Corrales, son dos amigas que todavía están en el instituto, a las que la existencia les resulta a veces tan insoportable que les lleva a la depresión (con todas sus manifestaciones), y que deciden realizar una cuenta de Instagram en la que coquetean con el suicidio, llegando a simularlo, para saber lo que piensan sus seguidores.
Es sorprendente el acierto del director en la mirada que hace de esta generación, pues hay una comprensión y una empatía con estos comportamientos, que pareciera que la ha realizado una persona de la misma edad de las chicas y no de otra. Esto se ve subrayado, con numerosos detalles con los que la película nos gana a la gente que a diario tratamos a través de internet con personas de estas edades, o algunas ya más avanzadas, pero que desgraciadamente repiten comportamientos porque siguen ancladas en esa pesadez existencial por razones económico-sociales. Está también bien tratada la temática del agua, relacionada con el cuadro prerrafaelita de John Everett Millais, trágico y romántico, pues es de esta misma manera como estas chicas conceptualizan el tema del suicidio.
A su vez, técnicamente Las Gentiles está bastante bien lograda, con planos muy bien escogidos, que agradan al ojo, que toca a los sentimientos, y que se quedan en la memoria por su buena composición, y en la que a veces intuyo cierto simbolismo, no solo buen tratamiento estético. Si a esto añadimos que la película, con un dinamismo sorpresivo, y un acierto total, varía los formatos de la narración, e incluso los formatos de la imagen, nos quedamos con una cinta que sobresale en originalidad, sin por ello dejar de contar, de otra manera, una dura realidad.
La música, aportada por el propio director y por Bronquio, me trae reminiscencias de dramas juveniles estadounidenses (como Las vírgenes suicidas o Las ventajas de ser un marginado, sin tener un tema core como éstas), pero a su vez encaja en la Sevilla contemporánea en la que está ambientada la película. Ciudad, que se ve retratada, en su tramo inicial, como hacía ya algunos años que el que escribe no recuerda.
Los interiores también tienen un buen diseño artístico, y el tratamiento espacial de éstos consiguen una cosa que es primordial en un cine comunicativo con el público y a la vez bueno narrativamente: que el espectador se habitúe a los espacios en poco tiempo y pueda introducirse mejor en la historia.
En cuanto al reparto destaca la actuación de África de la Cruz, que, tras su atrayente y enigmática actuación en Un sol salvaje, vuelve a llenar de presencia la pantalla con otro personaje de una fuerte personalidad, en este caso en el papel protagonista, consiguiendo transmitir bastante, especialmente con la gestualidad y la potencia de su mirada, en lo que esperemos sea el comienzo de una prometedora carrera cinematográfica. No le va a la zaga Paula Díaz, también fenomenal en su papel, completando así una pareja que perdurará en el recuerdo del cine andaluz. Igualmente, Beatriz Cotobal consigue realizar un personaje bastante carismático que oxigena la película. Por último, nombrar a Olga Navalón, Lola Buero y Alva Inger, que completan el grupo de amigas y que realizan unos buenos papeles secundarios.
El único pero a la película, es que quizás no tenga acogida para todas las edades, especialmente para las que no están familiarizadas con las nuevas generaciones, y por lo tanto puede cogerles el asunto demasiado lejano. Pero eso, en ningún caso es culpa de la obra, y bien haría el espectador en tratar de conectar, a través de ella, con estas nuevas problemáticas de la gente joven, cuyos dramas pueden parecerles irreales, pero que a la vista está que presentan un dolor, y en definitiva, un realismo, que podemos ver a diario abriendo Twitter o Instagram.
Es una de esas películas que sientes que poco le sobra o le falta, y que incluso, tras un segundo visionado, sigue intacta la potencia de su forma y su mensaje.
Y me permito en la crítica general hacer un simpático llamamiento a mis paisanos, especialmente dedicado a los que tratamos las redes sociales tanto para expresarnos como para reírnos, así que, inspirado por “Angelito el Aguaó” os digo: ¡sevillanos a los cines!
3 thoughts on “Las Gentiles: la romantización del suicidio a través de las redes sociales”
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