Andrea Villalón Paredes / 07.11.2022
Quizás esta edición del SEFF sea la más diversa, donde el apartado que otros festivales consideran Otras Miradas está integrado dentro de la Sección Oficial del festival, con filmes como Rodeo, Los Hijos de Otros, Saint Omer o Sonne.
Close, entra dentro de este tipo de narrativas, Lukas Dhont propone una mirada a cómo las microagresiones pueden escalar de manera incontrolable, cómo un comentario inocente de un niño puede convertirse en un efecto dominó.
Léo (Eden Dambrine) y Rémi (Gustav De Waele) son mejores amigos, como hermanos, lo hacen todo juntos; dormir, comer, jugar… Ambos comparten una sensibilidad única, se dan muestras de afecto; se abrazan, se apoyan, se escuchan… todo esto parece truncarse cuando entran en la secundaria, donde de repente otras personas entran en su burbuja y tienen algo que opinar.
Hay dos maneras de mirar esta película. La primera es analizar cómo desde la infancia se imponen unos roles de género. En el caso de los niños, la masculinidad tóxica, donde se reprimen las emociones y afectos y se premia la violencia. La segunda manera, en la que estaríamos asumiendo la orientación sexual de Léo y Rémi, sería afirmar que se gustaban mutuamente y lo que pasa en la película es consecuencia de la homofobia. Ambas están compaginadas, porque una cosa lleva a la otra, pero la diferencia es la clave de porque el filme no ha resonado conmigo.
No le voy a quitar el mérito a la película, es muy buena, hace que se te forme un nudo en la garganta, a pesar de saber a dónde se dirige el filme, todas las actuaciones son magníficas y la estética del filme es preciosa. El problema reside en el desbalance de emociones, una vez que comienza el drama, en el segundo acto, se mantiene constantemente hasta el final de la película, te hunde plenamente en el tragedy porn, no hay ni un respiro y muchas veces se siente que la película te está forzando a que llores. Esto va compaginado a que la orientación sexual de los protagonistas no se vuelve a poner encima de la mesa, no hay una introspección a base de lo que pasa, se queda totalmente como incógnita y la conversación pasa de cómo tratar el duelo y la culpabilidad.
Lo que hace pensar cómo de sospechoso es librarse del lío de tener que explícitamente tratar los problemas de la heteronormatividad a largo plazo, usando un recurso verdaderamente violento y detonante para las personas dentro del colectivo LGTBI+. Temática recurrente en el SEFF, porque el año pasado se llevó el Giraldillo de Oro Great Freedom. Ambos niños podrían ser heterosexuales y mostrar cómo afectan los roles de géneros y los personajes, esto lo hace muy bien Moonlight, pero no obstante la película decide girar en torno la tragedia.
Close es una buena película que quiere jugar con las consecuencias de los roles de género, pero al privar del desarrollo de identidad a sus personajes y al usar el comodín del tragedy porn, llega a la homofobia involuntaria, contradiciendo su propio discurso.
2 thoughts on “‘Close’: cómo dar el mensaje opuesto al que denuncias”