Cristina Enríquez / 28.06.2023
El cine andaluz se puede interpretar de diversas formas: atendiendo a la territorialidad de las productoras, a la identidad de una historia, a las localizaciones donde se graban una película, al lugar de nacimiento del director, guionista o productor, al porcentaje de andaluces en el equipo técnico o artístico, etc.
Es por ello que, tal y como afirma Mario de la Torre Espinosa, la categoría de “cine andaluz” presenta una cierta controversia en su aplicación por su característica ambigüedad. Y, considerando que el cine sevillano se realiza sobre un ámbito más reducido, dicha controversia es mayor.
Inicios del cinematógrafo en Sevilla
La ciudad de Sevilla ha tenido una trascendencia histórica y el medio fílmico ha influido en ello. El cinematógrafo nace en el siglo XIX, el siglo del Romanticismo que ensalzó la imagen de Sevilla como referente en las artes, especialmente en la literatura (caso de poetas como Gustavo Adolfo Bécquer). El cinematógrafo toma relevancia en Sevilla como instrumento que capta los espectáculos de la ciudad; los toros, el teatro, la Semana Santa… que beben de su pasado barroco.
Cuando el cinematógrafo llega a Sevilla, nos encontramos con una sociedad bipolarizada; con la coexistencia de una clase alta y la trabajadora y el escaso desarrollo que tenía la burguesía. La actividad económica era una industria militar y tabacalera; y era una ciudad con altas tasas de analfabetismo (Barrientos Bueno, 2006).
Los espacios que acogen las proyecciones durante las primeras décadas en Sevilla son cuatro: los teatros (Teatro del Duque, Teatro San Francisco, Teatro Cervantes…); los cafés (Gran Café Teatro Suizo, Café del Nuevo Mundo, Café Novedades…); los salones (Salón Suizo, Cinematógrafo Lumière, Salón Rouge…); las barracas (establecimiento de espíritu ambulante que contribuyeron a la expansión del cinematógrafo por ciudades y pueblos acercándolo a las clases modestas, como el Teatro Mecánico, el Gran Cromofotograf Mágico…); y lo que hasta hoy ha evolucionado como cine de verano, esas exhibiciones al aire libre en época estival, en muchos casos gratuitas.
Lo folclórico como punto de partida
En los inicios del cine sevillano encontramos películas donde lo folclórico se encuentra en el centro del discurso. Es el caso de películas como Currito de la cruz (1926) dirigida por Alejandro Pérez Lugín y protagonizada por Jesús Tordesillas, que narra la historia de un torero.
Así como María de la O (1936), dirigida por Francisco Elías y protagonizada por Carmen Amaya, que ofrece una imagen costumbrista. Por su parte, en Sucedió en Sevilla (1954) de José Gutiérrez Masso, donde la Feria de Abril aparece junto a otras manifestaciones populares del sur como la Romería del Rocío. En esta película resalta la presencia de la cantante y actriz sevillana Juanita Reina, imagen del cine sevillano. Ha estado muy presente en películas como Canelita en rama (1943), donde encarnaba a la hija que tuvo un conde sevillano con una gitana, compartiendo esa tendencia tan usual de confundir lo gitano a lo andaluz. También en Macarena (1944), donde interpreta a Macarena, una joven que vive en el barrio de la capital andaluza que lleva su mismo nombre. Juanita Reina estuvo muy vinculada a la Hermandad de la Macarena. Como curiosidad, entre las muchas aportaciones que hizo la cantante a la Hermandad, decidió donar su larga cabellera a la Virgen, ya que el anterior cuero cabelludo se encontraba en estado de deterioro. Así, actualmente, la Esperanza Macarena tiene cabellera de pelo natural donado por Juanita Reina.
Etapa experimental
Un motivo para que se produzca un giro en la visión sobre la ciudad se debe a la llegada de cineastas que buscarán cambiar la visión tópica de Sevilla, oponiéndose a la tradicional imagen conservadora, lo que lleva al cuestionamiento de aspectos de su vida cotidiana. Es el caso, en los años 70, de Gonzalo García Pelayo, director de Vivir en Sevilla (1978). También creó la productora Za-Cine.
En esta misma época, a finales de los 70 y durante los 80, es básica la labor de una generación de cortometrajistas que abandonan el objetivo de recuperar la identidad andaluza y optan por la experimentación. Destacan nombres como el de Juan Sebastián Bollaín, que en 1978 sobresale por una serie de mediometrajes experimentales en un tono irónico y surrealista como Alameda, Sevilla tuvo que ser, Se puede filmar lo imaginario, Sevilla en tres niveles o Sevilla rota. Es la generación de Miguel Olid, Carlos J., Pepa Álvarez, etc.
Entre los años 70 y 80 podemos rescatar también parte de la filmografía del director sevillano Manuel Summers, en especial la saga «To er mundo e…»: To er mundo é güeno (1982), To er mundo é… mejó (1982) y To er mundo é… demasiao (1985), donde usa la táctica de la cámara oculta para reflejar a través de una sucesión de bromas la sociedad sevillana y andaluza. Otros títulos importantes a resaltar son Del rosa… al amarillo (1963) y Adiós, cigüeña, adiós (1971), entre otros.
La influencia de las instituciones
Si en sus inicios, entre los años 30 y los 60, el cine sevillano tuvo el folclore y el costumbrismo como temas centrales, y en los 70 y los 80 se optó por una vía experimental, será en la etapa de la transición española cuando se realizan una serie de transferencias autonómicas muy importantes que posibilitan el desarrollo del audiovisual en Andalucía. Estamos hablando de la instauración de la sede de Radio Televisión Andaluza (RTVA) en Sevilla en 1988; la puesta en marcha de las titulaciones de la Facultad de Ciencias de la Información en 1989; así como el Centro Andaluz de Teatro (C.A.T.) en 1988. También será relevante el Instituto Néstor Almendros y la inclusión en su oferta académica del grado de Imagen y Sonido. De esta manera, Sevilla se convierte en el epicentro de la producción audiovisual de Andalucía. Pero especialmente, es el espacio donde se formará a una nueva generación de profesionales del audiovisual que será determinante en el desarrollo del cine andaluz y el cine sevillano.
Un antes y un después del cine andaluz será el fenómeno Solas dirigido por el lebrijano Benito Zambrano, de la productora Maestranza Films. Su éxito demuestra el potencial de intérpretes (María Galiana, Ana Fernández, Carlos Álvarez-Novoa) y técnicos (Benito Zambrano, Jorge Marín, Antonio Meliveo…). Se convirtió en un referente del cine andaluz, en un discurso de la realidad social y de los problemas de la clase media-baja. Tanto su equipo artístico y técnico como sus localizaciones la hacen un producto sevillano. Obtuvo 5 Premios Goya (sobre 14 nominaciones), destacando el Goya a Mejor dirección novel a Benito Zambrano, el Forqué a Mejor Película y el Premio del Público en el Festival de Berlín. Supuso el escaparate definitivo para lo que se venía fraguando en Sevilla.
También encontramos en 1999 casos como el de Nadie conoce a nadie de Mateo Gil, donde se utiliza la imagen de la Semana Santa para sumar tensión; el capirote de los penitentes en las procesiones se convierte en antifaz para ocultar a los criminales. Se trata de un thriller, casi una película de terror que usa los elementos tradicionales para abogar ese pánico a través de lo cotidiano y lo tradicional, desde los rincones más reconocidos de Sevilla.
Sevilla como tema pasó a tener un lugar secundario en las inquietudes de una nueva generación de cineastas que se formaron en las diversas instituciones constituidas en la década de los 90, a pesar de que se convirtió en su escenario habitual. Hablamos de la Generación CinExin, que supondrá un enorme cambio en la industria cinematográfica sevillana.
Así, a rasgos generales, podemos identificar cuatro etapas del cine sevillano (Mario de la Torre Espinosa, 2015):
- Primera etapa: experimentación artística de autores como José Val del Omar y Gabriel Blanco.
- Segunda etapa: autores que crean en la época de la Transición, tratando temas vetados durante la Dictadura, reclamando una identidad andaluza. Es el caso de Miguel Alcobendas, Carlos Taillefer, Nonio Parejo, Luis Mamerto López-Tapias o Pilar Távaro.
- Tercera etapa: generación que filma sus cortos, sin necesidad de reivindicación alguna, motivados por una necesidad de expresión artística. Miguel Olid, Pepa Álvarez, Esteban Gallego, Mariano Galán o Carlos J. Fraga.
- Cuarta etapa: aquí hallamos la generación CinExin, muchos de ellos curtidos a la sombra de escuelas profesionales. Muy activos en la década de los 90, comienzos del siglo XXI hasta la actualidad, con una trayectoria en festivales de cine. Es la generación de personalidades de renombre actual como Alberto Rodríguez, Antonio Hens, Álvaro Alonso, Ana Rosa Diego, Ramón Salazar, Chiqui Carabante, Jorge Dayas o Alberto Palma.
La Generación CinExin usará lo andaluz como paisaje, sin un trasfondo de trascendencia. Se percibe, en su caso, un cine centrado en personajes de clase medio-baja y una personalidad del autor muy marcada en el resultado final.
Así, el boom del cine andaluz tiene su influencia en la ciudad de Sevilla y las instituciones que allí se empiezan a constituir. Serán los puntos de encuentro de los integrantes de una generación imprescindible para entender la evolución del cine sevillano.
Su objetivo no solo era hacer cine tras la frustración de haber pasado cinco años en la facultad sin haberlo podido realizar, sino también como modo de reivindicación frente a la retirada de ayudas a la producción y la falta de apoyo de la Junta de Andalucía. Todos estos motivos los impulsaron, una tarde en el bar de La Sirena de la Alameda de Hércules de Sevilla, y gracias a una cámara del padre de Alberto Rodríguez como único recurso, hacer una serie de cortometrajes: CinExin (1997).
Esta generación de cineastas de edades parejas e inquietudes similares son: Alberto Rodríguez, Ana Rosa Diego, Antonio Lobo, Daniel Cuberta, Daniel de Zayas, Fernando Franco, Gervasio Iglesias, Jesús Ponce, Julio Sánchez, Mariano Agudo, Paco R. Baños, Óscar Clemente, Miguel Ángel Castro, Inma Cunill, Juanjo Domínguez, Santi Amodeo o Álex Catalán.
La iniciativa de la Generación CinExin
En 1989 crearon en Sevilla la primera facultad de cine: la Facultad de Ciencias de la Información, situada en la calle Gonzalo de Bilbao, que ofertaba Imagen y Sonido, además de Periodismo y Publicidad. En la cola de prescripción de la universidad se encontraban un jovencísimo Alberto Rodríguez y su amigo desde parvulario Paco Baños. No estaban muy seguros de qué estudiar; Alberto tenía dudas en elegir Periodismo o Imagen y Sonido. Así que lo echaron a cara o cruz. Al final, salió Imagen y en esa primera promoción de tan solo una clase de 40 alumnos, coincidieron con Ana Rosa Diego, Mariano Agudo, Julio Sánchez, Miguel Romero, Encarni Iglesias, Ángela Castaño, Sebastián Talavera… una promoción creativa, inquieta, reivindicativa, trabajadora.
“Recuerdo que en la puerta de la clase montamos donde se ponían las notas y eso -ahora están cerrados con llave, pero antes los corchos eran de acceso libre- una historia que se llamaba ‘El Zoo Ilógico’”, comenta Mariano Agudo. “Poníamos fotos supertransgresoras, como una rata atropellada, una araña que ha capturado a no sé cuántos insectos… nadie decía de quién era la foto y de repente aparecían colgadas (…) nos gustaba jugar, y nos relacionábamos a través de la fotografía que llevaba cada uno o el vídeo que había hecho el otro.”
Pero también crearon ‘La fábrica de los gusanos’, una marca que llevarían todos sus proyectos. “Estábamos en la delegación de alumnos, porque nos quedábamos hasta a comer en la universidad. Llegábamos por la mañana y la verdad es que fuimos alumnos ejemplares, porque a las ocho de la mañana estábamos allí, nos tomábamos un café y entrábamos en las proyecciones. Teníamos Historia del Cine a primera con Rafael Utrera (…) pudimos ver películas como El gabinete del Dr. Caligari, M, El acorazado Potemkin, etc. Llegábamos y ya nos quedábamos todo el día. Comíamos y todo. Y los ratitos que teníamos en la delegación de alumnos, recuerdo que un día comentamos que por qué no montábamos un colectivo… Alberto estaba con el fixo así, jugando, cortando trozos de celofán que se encogía sobre sí mismo y dijimos “hostia esto parece una fábrica de gusanos. Y como habíamos estado jugando con la idea del zoológico y lo lúgubre también nos atraía, pues en ese momento decidimos llamarlo ‘La fábrica de los gusanos’ y a todas las cosas que hiciéramos le pondríamos ese sello.”, dice Mariano Agudo en una entrevista para Mario de la Torre.
A esos alumnos de la Facultad de Ciencias de la Información se fueron uniendo también jóvenes que venían de Radio Televisión Andaluza (RTVA) como Gervasio Iglesias. Allí, Gervasio conocería a Álex Catalán. Hicieron un grupo con los más jóvenes y todo el tiempo hablaban de cine. Hasta que un día un señor un poco mayor, que era técnico, se les acercó y les dijo “Oye, os veo siempre hablando de cine”. Entonces les ofreció conocer a su hijo, que por aquel entonces estaba acabando la carrera y le gustaba mucho el cine. Ese señor era el padre de Alberto Rodríguez. Así conocieron a Alberto.
Pero, ¿cómo nació CinExin? En un bar de Sevilla de la época llamado La Sirena, donde trabajaban Julio Sánchez y Mariano Agudo, se reunía el grupo para hablar de cine, de poesía… de lo que fuera. Cuando acabaron la facultad, crearon la productora Letra M y solicitaron una subvención de un millón para un corto que se llamaba, precisamente, El millón. Eso debió ser por el 94, entonces al año siguiente interrumpieron las ayudas a la producción de cortometrajes. “Y como nos mosqueó la decisión nos dijimos, ‘¿Pues sí?, pues vamos a hacer los CinExin’”, comenta Ana Rosa Diego.
Quién propuso y empujó CinExin fue Alberto Rodríguez. Se trataba de una serie de cortometrajes grabados con una cámara que les prestó el padre de Alberto, era algo muy barato. Todos usarían la misma cámara, cada uno montaría su corto como pudiese, con la condición de que sólo contaban con una sola bobina de 16 mm, 3 minutos y medio. La cámara se estropeaba y daba fallos constantemente y los resultados no fueron muy satisfactorios “recuerdo que cada uno pensaba que su corto era la mayor mierda del mundo”, dice Gervasio. Sin embargo, más que ganar premios, aunque los ganaron, era una cosa reivindicativa por la retirada de ayudas de la consejera de Cultura de entonces, Carmen Calvo, a la cual también invitaban a los estrenos, presentando sus cortos con su reivindicación. Tenían tanta frescura y tanta gracia que Canal + se interesó y se los compró. “Cogimos el dinero y lo pusimos en una bolsa común para hacer el segundo ‘CinExin II: El SupercinExin’. Y ahí estaba ya la primera reivindicación, que habíamos hecho todo eso sin ayudas, es decir, sólo a partir de nuestro dinero (…) y que todo el dinero recogido en la venta a Canal + y a Canal Sur, más el dinero que se ganaba en todos los festivales, se puso en una bolsa común”, resalta Gervasio Iglesias.
En CinExin todos se repartían funciones y todos salían en todos. Uno de figuración, otro de sonido, de montaje, de fotografía… fue cuando todo el mundo se juntó para hacer algo y compartir equipo.
“Para mí lo mejor de CinExin fue la experiencia. Que aquello se articulara. Y sobre todo la sinergia, la energía que provocó todo eso. Tuvo una repercusión inesperada. Todo fue como una reivindicación de que estamos aquí, de que existimos. Y esa energía permanece, y yo creo que nunca nos ha abandonado, compañeros con los que hicimos cosas y con los que las seguimos haciendo”, afirma Alberto Rodríguez.
Por su parte, para Jesús Ponce, el cine andaluz nace con Letra M, una pequeña productora que crearon caras conocidas como Alberto Rodríguez o Ana Rosa Diego, que produce gran parte de los cortos de CinExin. Además, la productora prestaba todo lo que tenían, siempre aportaban.
La filmografía de Alberto Rodríguez
Destaca especialmente el mencionado cortometraje El millón, el primer cortometraje que dirigió Alberto Rodríguez y que escribió su compañero Paco Baños, tras la facultad.
“Como nosotros éramos novatos y no teníamos ni idea, lo que hicimos fue establecer un plan de rodaje de seis días, pero el primer día la cámara no funcionaba, el segundo tampoco, y el tercero tampoco, ni el cuarto… al final una cosa que íbamos a rodar en seis días las rodamos en dos”, comenta Alberto para una entrevista a Canal Sur. “Pusimos dinero de nuestro bolsillo para rodarlo y el corto se rodó con 200.000 pesetas (…) luego, llegó una subvención de la Junta de Andalucía, sino ese corto no se hubiera terminado nunca (…) lo pasamos tan mal durante el rodaje que no recuerdo ningún momento que lo pasara bien, quizás la única satisfacción, haberlo podido acabar”, finaliza el sevillano.
Además de la productora Letra M, sobresale Intermedia. Mientras que Letra M estaba formado por un grupo que tenía una tendencia por la ficción, Intermedia, creada por Julio Sánchez y Mariano Agudo, se centraba en el documental, y por eso se fueron separando poco a poco del grupo inicial.
Después de El millón, resalta cortometrajes de Alberto como Bancos, protagonizado por Álex O’Dogherty, codirigido con Santi Amodeo y producido por Intermedia. El cortometraje, gracias a las ayudas, pudo grabarse de formato video a formato cine en el año 2000. Tras estos primeros cortometrajes de Alberto, llegaría su primer largometraje, El factor Pilgrim, nuevamente codirigido con Santi Amodeo. Se pudo desarrollar gracias en parte a Manolo Solo, que tenía un grupo de música llamado “Los Relicarios”. Manolo heredó un dinero y decidió que para el disco que acaba de grabar su grupo iban a hacer un videoclip en Londres. La canción se llamaba “La verdad está en inglés” y entonces estaban buscando un director para el videoclip. Santi le habló a Manolo de Alberto, que vio algunas cosas que había hecho y decidió llamarlo.
Luego llegó en 2002 la ópera prima en solitario de Alberto, El traje. Justo estaban preparando, junto con su amigo Rafael Cobos “Falete”, 7 vírgenes. “Y claro, los bancos con los préstamos y los créditos nos decían ‘Quillo, ¿esto qué pasa?’ Y recuerdo que estaba hablando en la productora con Alberto, porque El traje tampoco había funcionado bien, y decía él que si con esta película 7 vírgenes no conseguía al menos cien mil espectadores, ‘mi carrera como director se acaba’. Y yo le dije que mi carrera de productor también se acababa.”, comenta Gervasio Iglesias, productor de películas de Alberto. “Nos costó mucho trabajo sacarla. Nos benefició el haber hecho las coproducciones con José Antonio Félez”. Luego, con este mismo productor, con Félez, llegaron los éxitos de Grupo 7 en 2012 y el fenómeno de La Isla Mínima en el año 2014. Con La Isla Mínima, con 10 Premios Goya incluyendo Mejor Película, se confirmó la carrera de Alberto Rodríguez como uno de los mejores directores de España y, sin duda alguna, el mejor director sevillano.
El cine sevillano en los 2000
Pero en esta época dorada de los 2000 del cine sevillano también resaltamos otros títulos. Como Fugitivas (2000) de Miguel Hermoso, de la productora Maestranza Films, que obtuvo dos Premios Goya. Estuvo interpretado por María Galiana y la joven Laia Marull, que obtuvo el Goya a Mejor actriz revelación. Siguiendo con los largometrajes, Carlos contra el mundo (2003) de Chiqui Carabante, producida por Letra M y protagonizada por Julián Villagrán. Ese mismo año, en 2003, se estrena Astronautas dirigido por Santi Amodeo, con Álex Catalán en fotografía y Álex O’Dogherty entre el reparto. En 2005 no solo llegaría 7 vírgenes, que supondría los primeros Goyas para Alberto Rodríguez (Mejor actor revelación a Jesús Carroza), sino también 15 días contigo, dirigido por Jesús Ponce. En 2009 llegaría la ópera prima de Ana Rosa Diego, Siempre hay tiempo (Hector y Bruno) y After de Alberto Rodríguez. En 2011, Ali de Paco Baños.
El año 2012 sería muy interesante para el cine sevillano, no sólo por la buena acogida que tuvo Grupo 7 de Alberto Rodríguez, constituyéndose como el mejor símbolo de lo que supondría el desarrollo de esta aún débil industria. Sino también, porque en el Festival de Málaga recibiría tanto el Premio especial del jurado como el Premio del público Carmina o revienta, la ópera prima de Paco León, un falso documental cómico grabado en Sevilla que relata, desde las anécdotas de Carmina, la vida cotidiana sevillana. Sería también en 2012 cuando se estrena El mundo es nuestro de Alfonso Sánchez, también en tono cómico y ambientada en Sevilla. Vendrían así a mostrar una nueva cara del audiovisual andaluz: cine de bajo presupuesto, con vías alternativas tanto de financiación como de exhibición, y que, en clave de comedia, expone situaciones de denuncia social instaladas en ambientes típicamente andaluces (Arenas, 2012).
Si seguimos avanzando por la historia del cine sevillano, es importante resaltar la presencia del director Fernando Franco, con el estreno de su primera película La herida en 2013, que lo llevarían a ganar el Goya a Mejor dirección novel. Le acompaña comedias como ¿Quién mató a Bambi? o documentales como Guillena 1937 de Mariano Agudo y Triana Pura y Pura de Ricardo Pachón, entre otros títulos.
En 2014, La Isla Mínima, una producción repleta de sevillanos. Alberto contó con esta película con muchos de los compañeros con los que llevaba haciendo películas desde CinExin, con integrantes de esta generación como: Álex Catalán (fotografía), Dani de Zayas (sonido), Manuela Ocón (producción) e incluso Jesús Carroza en el reparto (7 vírgenes). Esta fórmula de Alberto se repetiría en el resto de sus producciones. Lo podemos comprobar en Modelo 77. Siempre cuenta con la confianza de estos técnicos para sus proyectos. En este mismo año, en la misma línea de Carmina o revienta, se estrenaría su secuela, Carmina y amén. El éxito que tuvo también en taquilla El mundo es nuestro trajo consigo hasta dos nuevas entregas más; El mundo es suyo (2018) y El mundo es vuestro (2023).
El cine sevillano en la actualidad
Sin duda alguna, la Generación CinExin fue el motor que funcionó para que hoy podamos decir que se ha consolidado, definitivamente, un cine sevillano:
- Para que sigan existiendo ayudas al cine por parte de la Junta de Andalucía.
- Para que Sevilla siga siendo escenario de películas.
- Para que existan referencias que permitan a los más jóvenes animarse a estudiar cine en la misma facultad en la que ellos lo hicieron.
- Para que aparezcan nuevos nombres (en la dirección, en la producción, en las áreas técnicas y artísticas) y, por tanto, nuevos proyectos.
Analizando el cine sevillano tras el éxito rotundo a nivel nacional que fue La isla mínima, podemos destacar varios fenómenos:
Por un lado, la presencia constante de la identidad sevillana, sus localizaciones, su gente, sus costumbres en diferentes proyectos. La mayoría de ellos en tono cómico; es el caso de proyectos andaluces como Mi querida cofradía (2018) o ¡Ay, mi madre! (2019), ambas protagonizadas por mujeres y ambientadas en pueblos de Andalucía, tomando como punto de partida, entre otros elementos, la Semana Santa. En el mismo tono, comedias como Ocho apellidos vascos (2014), donde el concepto sevillano se convierte en un recurso narrativo central. También podemos destacar Sevillanas de Brooklyn (2021) con ese mismo objetivo. Por su parte, en 2023, está a la espera el estreno de la película Te estoy amando locamente, de Alejandro Marín, que tratará la homosexualidad en la Sevilla de 1977.
Por otro lado, continúan sumando proyectos destacados directores sevillanos como:
- Benito Zambrano: La voz dormida (2011), donde la actriz sevillana María León ganó el Goya a Mejor actriz revelación; Intemperie (2019) Pan de limón con semillas de amapola (2021), etc. También se espera un estreno de Zambrano en 2023: El salto.
- Santi Amodeo: que en 2021 volvió con Las gentiles, coescrita con Rafael Cobos y que estuvo en la Sección Oficial del Festival de Sevilla.
- Fernando Franco: que además de sus trabajos como montador, sigue estrenando películas como Morir (2017) o la reciente nominada a los Goyas La consagración de la primavera (2022).
- Alberto Rodríguez: con una especial mención a sus trabajos en televisión (La peste y Apagón), pero especialmente a su reciente largometraje Modelo 77, donde cuenta con su equipo sevillano habitual. Con ella obtuvo 5 Premios Goya.
- Paco Cabezas: especialmente interesante su película Adiós del año 2019, protagonizada por Mario Casas y Natalia de Molina, ambientada en Las Tres Mil Viviendas e inspirada en una historia real.
- Miguel Ángel Vivas: además de sus proyectos en TV tan reconocidos como La casa de papel, Vis a vis o Vivir sin permiso, en cine destaca por Tu hijo (2018) y la reciente Asedio (2023) protagonizada por Natalia de Molina.
Muy peculiar es el salto a la dirección este año 2023 de Rafael Cobos, que ha escrito junto a Alberto Rodríguez muchos de sus proyectos como 7 vírgenes, Grupo 7, La isla mínima o Modelo 77. Se trata de la miniserie de TV El hijo zurdo, protagonizada por María León y ambientada en Sevilla. Basada en la novela de Rosario Izquierdo y codirigida con Paco Baños, tuvo su preestreno mundial en el Festival de Canneseries y obtuvo el Premio a Mejor serie Corta. Una creativa apuesta sobre la maternidad que destaca por su brutal y moderno estilo, al compás de una música que mezcla las marchas de Semana Santa y la electrónica y las imágenes de las localidades y los barrios más conocidos de Sevilla.
Por su parte, es especialmente interesante la irrupción de nuevos directores estos últimos años. Es el caso de Jesús Pascual, licenciado en Comunicación Audiovisual en el año 2019 por la Universidad de Sevilla. Este mismo año estrena el cortometraje documental Mi arma, seleccionado y premiado en numerosos festivales y en 2021 sobresale con el documental ¡Dolores, guapa!, tratando temas relacionados con las identidades queer en Andalucía y la Semana Santa. Obtuvo el premio a Mejor Película en la Sección Panorama Andaluz en el Festival de Sevilla y estuvo nominado en los Premios Feroz a Feroz Arrebato de no ficción.
Del mismo modo, Secaderos de Rocío Mesa, una directora granadina formada en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla. Su primer largometraje de ficción ha sido seleccionado en algunos de los talleres de guion más prestigiosos como Sundance Faliro House 2017 o Sources Norway 2018. También se ha presentado en el Festival de Sevilla y actualmente se puede ver en cines. Es la directora de LA OLA – Independent Films from Spain, una organización centrada en la promoción del cine español de vanguardia en Norteamérica desde 2015. Y fue nombrada por Variety como “una de las 10 mujeres más prometedoras de la industria del cine español”.
También sobresale la aparición de nuevas asociaciones de productores en Andalucía con el objetivo de representar y defender los derechos profesionales individuales y colectivos de sus miembros y de la industria audiovisual andaluza en general como: ASECAN (Asociación de Escritoras y Escritores Cinematográficos de Andalucía), CINA (Cineastas de Andalucía), AEPAA-APRIA (Asociación de Empresas de Producción Audiovisual de Andalucía), ANCINE (Asociación Andaluza de Productoras de Cine), ASFAAN (Asociación de Festivales Audiovisuales de Andalucía) y AAMMA (Asociación Andaluza de Mujeres de los Medios Audiovisuales).
Realmente necesaria es esta última, la Asociación Andaluza de Mujeres de los Medios Audiovisuales (AAMMA), por la falta de presencia femenina en la industria audiovisual que se lleva arrastrando desde hace años. Se puede reflejar desde antes de la Generación CinExin (donde solo podríamos resaltar la figura de la directora Pilar Távora), durante la Generación CinExin (donde la única representante femenina era Ana Rosa Diego) y después (donde a día de hoy, como hemos podido observar, sigue sobresaliendo el hombre en las distintas áreas audiovisuales, especialmente en dirección). Es por ello que la creación de este colectivo independiente, diverso y plural formado por profesionales del cine y los medios audiovisuales es imprescindible. De aquí resaltan figuras como Ana M. Ruiz, Bea Hohenleiter, Remedios Álvarez, Rocío Huertas, Regla Elliott, la mencionada Rocío Mesa, Olivia Acosta, entre muchas otras…
Especial atención merece la sevillana Laura Hojman, miembro de la AAMMA (presidenta hace dos años), que en tan solo unos años se ha consolidado como una de las directoras sevillanas más importantes del siglo XXI. Licenciada en Historia del Arte, ha desarrollado su carrera como guionista, documentalista y productora al frente de la productora Summer Films, dedicada al cine independiente y de autor. En 2018 estrena el documental Tierras solares sobre el poeta Rubén Darío, que pasó por festivales como el Festival de Sevilla, el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, etc. En 2020, dirige y escribe su segundo largometraje documental, Antonio Machado. Los días azules por el cual obtuvo una nominación a los Forqué a Mejor documental y seis premios ASECAN del Cine Andaluz. En 2022 destaca por A las mujeres de España. María Lejárraga, con el que obtiene numerosas nominaciones; en la categoría a Mejor documental en los Premios Goya, así como en los Premios Feroz y en los Premios Forqué (es decir, nominación en los tres principales premios nacionales, siendo la primera directora sevillana en la historia en conseguirlo). Del mismo modo, en 2020 recibió el Premio RTVA a Mejor Cineasta de Andalucía y recientemente la Medalla de Sevilla 2023. Sin duda alguna, en tan solo unos años, ha conseguido ser un referente del cine sevillano en unas décadas en las que, como hemos comprobado, las mujeres no han estado nunca en el centro. De su misma productora, también destaca títulos como Una vez más (2019) de Guillermo Rojas, un drama que ha pasado por el Festival de Sevilla y que también se ambienta en la capital andaluza.
Y por último, pero no por ello menos importante, analizando la industria cinematográfica sevillana actual, no debemos olvidar a las nuevas generaciones que se están formando en la actualidad, en diferentes escuelas: desde la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla (la antigua Facultad de Ciencias de la Información) ubicada en la Cartuja; la ECAES; la EUSA… cuyos trabajos ya se pueden ver reflejados en festivales de cine y concursos como Castilblanco y acción, DH Rueda de Dos Hermanas, el Festival de Guadalcanal…
También es interesante iniciativas como Cav Crea en la Facultad de Comunicación, un Festival de Cortos en la Universidad de Sevilla, un concurso donde los alumnos tienen 24 horas para hacer cortometrajes; un reto al mismo nivel que aquel que se marcó la Generación CinExin, con ansias de crear.
En conclusión, el cine sevillano ha evolucionado positivamente; desde lo folclórico, hasta lo experimental y lo más innovador. No cabe duda de que son muchos los factores que han intervenido en su progreso, desde la creación de las instituciones que lo hicieron posible, la llegada de las ayudas al sector o la presencia de los primeros referentes como Alberto Rodríguez.
Y es que Alberto ha pasado de ser un joven de la primera promoción que echó a suerte estudiar su carrera, a convertirse en el motivo por el que las próximas generaciones eligieron también su carrera para así, algún día, llegar hasta donde él ha llegado.
BIBLIOGRAFÍA
BARRIENTOS, Mónica (2006). “Los orígenes de la exhibición cinematográfica en Sevilla a través de la prensa”. Revista Científica de Información y Comunicación Número 3, (2006), Sevilla SECCIÓN ANTOLÓGICA.
DE LA TORRE ESPINOSA, Mario (2015). “Generación CinExin. El cine sevillano contado por sus realizadores.” Fundación Audiovisual de Andalucía. Diputación de Sevilla. Colección: Andalucía Formación Audiovisual
AAMMA. Asociación Andaluza de Mujeres de los Medios Audiovisuales. https://aammaudiovisual.com/