‘Modelo 77’: un drama carcelario que no para de fluir

Fotograma de ‘Modelo 77’.

Mario C. Gentil / 23.09.2022

‘Modelo 77’, última película del director sevillano Alberto Rodríguez, realizador de ‘Grupo 7’ (2012) o ‘La Isla Mínima’ (2014), nos vuelve a encandilar con un drama carcelario que funciona casi como un thriller, y que tiene en su potentísima narración su mejor baluarte. La obra fue estrenada el pasado sábado en la gala inaugural de la Sección Oficial (fuera de concurso) de la 70ª edición del Festival internacional de Cine de San Sebastián.

En el año 76, Manuel, un joven contable, es encarcelado en la prisión Modelo de Barcelona, con una pena desproporcionada, por un desfalco del que se declara inocente. En España empieza a andar la democracia, pero la situación en las prisiones del país dista mucho de una situación donde se cumplan los derechos democráticos, que el nuevo reo denuncia. Tras una represión policial de extrema violencia, se le unen otros reclusos, que, con la nueva situación política, aspiran incluso a obtener una amnistía.

La cinta consigue aunar todos los ingredientes que suelen darse en un drama carcelario. Dichos elementos, están articulados con un jugoso guion del propio Rodríguez, coescrito con Rafael Cobos, y mediante una narración con una tremenda pulsión, van sucediéndose a lo largo de las más de dos horas que componen la cinta, dando lugar a un filme que va evolucionando conforme quema etapas.

Fotograma de ‘Modelo 77’.

La obra destaca también por tener un maravilloso diseño de producción, como suele ocurrir con las películas del realizador andaluz. La película te hace sentir en todo momento ese clima carcelario, esa atmósfera oscura y todavía muy corrupta de los años posteriores a la muerte del infausto dictador.

Los actores, la gran mayoría de ellos secundarios con muchísimas tablas en el cine español, hacen personajes carismáticos, con fuerza, pero que, si bien es cierto, el desarrollo del arco de alguno que otro resulta un tanto forzado. Aun así, la película funciona con solidez y en un constante fluir. Hay que hacer mención especial al protagonista, Miguel Herrán, que aguanta el tipo del personaje, que sí que está muy bien construido, y que el actor, en una demostración de un muy buen trabajo, le imprime la fuerza que necesita sin que se venga abajo en ningún momento.

El filme conecta con el público, entretiene, y nos cuenta, didácticamente, una historia más, basada en hechos reales, de la lucha por la democracia en nuestro país. Pero lo mejor de todo es que es una cinta con una fuerte esencia cinematográfica por sí misma, y esto se debe al tono que el director acostumbra a imprimir a sus cintas.

Muy buena obra (una más del cine nacional) para abrir el mayor festival por antonomasia que se celebra en España, que ya desde hoy, se encuentra en la cartelera de los cines del país.

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