‘EL VIENTO QUE ARRASA’, EMANCIPACIÓN

Jaime Pinto Llosa / 22-08-23

«El viento que arrasa» nos ofrece una cautivadora exploración de temas como la búsqueda de libertad, la soledad y la emancipación, todo ello enmarcado en un lenguaje cinematográfico que oscila entre lo sensorial y lo formal. La película se desenvuelve en escenarios atemporales que a la vez evocan una época pasada, caracterizada por la ausencia de dispositivos electrónicos digitales y el uso de aparatos analógicos.

El mensaje central de la película se revela de manera impactante al final, después de un clímax que nos mantiene en vilo a lo largo de la trama. A pesar de algunos elementos que podrían considerarse poco realistas, los personajes se presentan de manera sólida y el trabajo de actuación es magnífico, lo que contribuye a la fuerza de la película.

La trama presenta un interesante paralelismo entre dos padres que ejercen su dominio sobre sus hijos en ausencia de la madre. Uno de ellos se presenta como una figura espiritual que penetra en la mente de su hija para torcerla, mientras que el otro padre es más físico y se comunica a través de sus acciones más que de palabras con su hijo. Ambos padres personifican opresión, y la película nos sumerge en un intento por escapar de esta situación. 

La soledad es un tema recurrente que se desarrolla de manera efectiva a lo largo de la película, creando un vínculo emocional con los personajes. La directora demuestra una confianza notable en el guion y la escritura, adoptando una estructura clásica que se apoya en la profundidad del universo dramático de los personajes y la expresividad del espacio sonoro para transmitir una experiencia sensorial única. Además, la dirección de fotografía es destacable en su capacidad para crear atmósferas visuales evocadoras.

Los actores, durante el coloquio después de la película, expresaron su gratitud hacia la directora de casting y la directora de la película por su excelente dirección. Reconocieron que, como intérpretes, entregaron lo que se les pidió, comprendiendo que la película no les pertenece, sino que prestan sus cuerpos para dar vida a los personajes.

Esta película inauguró la sección Horizontes Latinos, que presenta largometrajes inéditos en España, producidos en América Latina y dirigidos por cineastas latinos. Estas películas compiten por el Premio Horizontes, con un premio de 35,000 euros para el director y la distribuidora en España. El jurado de Premio Horizontes es el encargado de otorgar estos reconocimientos, y las películas que son la primera o segunda obra de su director también pueden ganar el Premio TCM de la Juventud, otorgado por un jurado de estudiantes de 18 a 25 años.

El mensaje fundamental de la película es su contribución más destacada, resonando en la mente del espectador y evocando la esencia del cine. Nos insta a reflexionar sobre la capacidad de tomar las riendas de nuestro destino y darle forma según nuestras necesidades y méritos. Es una experiencia esencial para todo individuo: afrontar desafíos, superar obstáculos y labrar nuestro propio camino en la búsqueda de lo que realmente merecemos.

Este mensaje se manifiesta con fuerza en la pantalla, ofreciendo una experiencia cinematográfica auténtica y emotiva. Nos recuerda que la vida está llena de pruebas y tribulaciones, pero también está repleta de oportunidades para avanzar y alcanzar nuestros sueños. Y que son los padres la gran motivación, el gran referente de este amor humano, son ellos lo que nos deben impulsar, nos deben guiar hacia esa búsqueda, aunque ellos mismos sean una piedra en el camino. La película nos inspira a vivir este mensaje de determinación y lucha en nuestras propias vidas, transformándose en una lección que perdura mucho después de que las luces del cine se apagan.

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