Sarnoski nos sirve un drama culinario sobre la pérdida en forma de western contemporáneo

Fotograma de Pig (2021).

Mario C. Gentil / 24.07.2022

‘Pig’, ópera prima del director estadounidense Michael Sarnoski, que pueden contemplar ahora en las salas comerciales españolas, es una cinta que habla fundamentalmente sobre la pérdida, pero que se inserta en un drama culinario y que se desarrolla a modo de western.

Robin es un hombre solitario de edad avanzada, retirado en un bosque salvaje del interior de Oregón, que se gana la vida vendiendo trufas gracias a su cerda buscadora. Una noche, la cerda le es arrebatada, por lo que emprende camino a la ciudad (Portland), que no visita en más de una década, en su búsqueda.

La cinta tiene en la narración su mejor apartado, pues este discurso a modo de película del oeste en el que un solitario emprende un camino que no sabemos si es de rescate a lo ‘Centauros del desierto’, o de venganza como ‘Encubridora’ (por nombrar ejemplos muy emblemáticos, sin tener mucho que ver con ellas), hace que no sepamos nunca por dónde va a tirar el filme. Por otro lado, el carácter huraño e introvertido del personaje que crean Vanessa Block y Michael Sarnoski, guionistas de la peli, y que Nicolas Cage encarna en una de sus mejores actuaciones, incide más en esta incertidumbre que nos mantiene expectantes.

Fotograma de Pig (2021).

Además, ‘Pig’ puede encuadrarse en esa tipología de westerns crepusculares en los que el protagonista es un hombre que parece no tener las facultades de antaño, en este caso más que por fuerza o habilidad, por su total desconexión con el mundo en varios años. E Incluso se nos da también una historia de amistad, otro elemento recurrente del género.

A su vez, el mundo de la alta cocina, con sus jerarquías y admiraciones, y también las sombras mafiosas del comercio de ingredientes de lujo, aparecen para articular esta historia de manera original dándonos un nuevo western atípico, algo frecuente en los últimos años, demostrando que es un género que se puede aplicar a multitud de temáticas y en diferentes épocas, no solo entre finales del XVIII y la primera mitad del XX. Este es el mayor logro de la película.

Como hemos mencionado, la pérdida subyace de fondo durante la cinta y todos los personajes de importancia que aparecen se ven afectados por este sentimiento, que es de lo que verdaderamente trata ‘Pig’.

Si bien, con todos estos elementos atractivos, la película no me sacia, me deja con ganas de más, se me queda corta. Se ve algo acusada de falta de genialidad, tanto en elementos sorpresivos en su guion, que pese a su buen discurrir, no impacta, como también en el apartado visual.

Lo cierto es que a todo amante del western le gustará en mayor o menor medida, por regalarnos una nueva historia al modo del género. Pero objetivamente la cinta tiene su tope, pues no es prodigiosa en su factura técnica, ni deja poso o algo que vaya a perdurar en nuestra memoria cinéfila. Pero, como relato, vale la pena sentarse a ver la historia del viejo Robin y su cerda.

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