‘El caftán azul’: interiores y veladuras

Mario C. Gentil / 08.03.2023

Still de El caftán azul (2022).

El caftán azul (Maryan Touzani, 2022, Marruecos) se despliega como una obra intimista, de interiores, de materialidades, de rostros y cuerpos. Se antoja difícil obviar el diálogo de un trío amoroso y de una historia de amor prohibido y deseos velados entre telas que nos remite a Zhang Yimou y su colosal película ‘Semilla de Crisantémo’ (1990). Pero la obra del maestro chino es una crítica, entre otras cosas, a la intolerancia y el autoritarismo. Una pieza generosa en espacios, y que atiende al desarrollo de una época o el tiempo transcurrido en la película, siendo en definitiva, una obra más amplia .La cinta marroquí, por el contrario, es una pieza que se enfoca desde el prisma de la tolerancia, que mira a los interiores tanto espaciales como de los personajes (sin por ello capar el eco amplificador del contexto sociocultural de su país).

Fotograma de ‘El caftán azul’ (2022).

Mientras que en la mencionada obra de Yimou el taller de telas de tanta fuerza lumínica y colorista le da cierto cariz impresionista, siguiendo la analogía pictórica, nos encontramos con una obra de una fotografía que tiene la impronta de un barroquismo español de fondos marrones y pardos, casi de sensación de inacabados, en los que los claroscuros de las habitaciones nos evocan a la pintura de Zurbarán, Ribera, Murillo o el primer Velázquez de influencia Caravaggiesca. Además de lugar donde se propician amores velados, las telas funcionan como elementos separadores en los encuadres o de ruptura colorista en los que la tactilidad de la obra refulge. Si bien, establecidas ya estas asociaciones, puede que excesivamente occidentales, pero que ayudan comunicar con palabras la concepción cromática y en parte climática de la película, detengámonos a observar más elementos formales que aparecen una vez situados en la trama. Halim es un sastre que trabaja a la antigua, manualmente, en uno de los pocos reductos que quedan sin corromper por la contemporaneidad de este antiquísimo oficio. Su mujer Mina comparte esfuerzos en el taller con él, pero el excesivo volumen de trabajo para cumplir con la meticulosa elaboración le obligan a buscar un aprendiz. Ella, siempre con tiranteces y desconfianza, es agria con el joven. Pero lo que la cinta esconde verbalizando en palabras un posible rechazo de la esposa a la juventud actual, sin motivación por trabajos tradicionales, las imágenes nos lo revelan pronto: en los planos individuales y centrados de maestro y aprendiz, y sus respectivos contraplanos entre ellos, siempre aparece el cuello o la boca invasiva por un lateral del que no aparece en primer término, que nos hablan de la atracción, del inicio de un romance en el que ella, perfectamente consciente de la inclinación de su marido, se protege. No se juega la película tanto en la sexualidad reprimida, pues hay escenas en las que el protagonista, obviamente a escondidas (más por motivos culturales que morales), tiene sus affairs; sino que lo hace en la intimidad, en la comunicación en pareja, en la base de tolerancia creada por quienes han formado una vida juntos, se aman y respetan profundamente, pero, al menos por una de las partes, no se atraen. Subyace del discurso, casi como impresión en negativo, el espacio y lugar que fuera de cuatro paredes jamás puede darse como lugar natural, siendo relegado a la seguridad de los interiores.

Quizás hubiese resultado menos melodramático y más contundente en su fuerza si ella no presentara una acentuada comprensión por el hecho de encontrarse con una enfermedad degenerativa sin cura, que lo puede convertir ya en un cliché muchas veces visto en el cine (es la elección del trayecto temporal de la relación que elige el cineasta para poner el foco). Y quizás todo esto no se viera subrayado sin esa música que, pese a aportar un valor local, de tanta presencia en el metraje, torna su intención delicada en una apropiación de las emociones. Esta obra intimista solo necesitaba de los espacios, las materialidades y las miradas que tan bien dispone para que lo emocional brotase. Sin embargo, la ansiada búsqueda de un drama más superficial rebaja la sutileza y originalidad de la propuesta. 

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