El cine no te debe una narrativa, ni una catarsis

Andrea Villalón Paredes / 05.03.2023

No sé qué esperar de los usuarios de Letterboxd, donde la mitad de las reseñas son bromas y las demás son frases ingeniosas que intentan volverse virales en dicha plataforma. Ayer, después de visionar el film, Hottamaru Days (que se puede ver a través del Japanese Independent Film Festival online y gratis), me dispuse a añadirlo a mi diario de películas, cuando decidí leer que opinaban los demás usuarios del metraje. Normalmente, estoy bastante cómoda con la diversidad de comentarios, pero para mi sorpresa, al ser una película independiente y solo haber sido visualizada por 200 usuarios en la plataforma, me encontré con una concentración de comentarios banales. Una persona comentaba que “no entendía el arte contemporáneo” le daba dos estrellas y añadía “no la recomendaría”. ¿Cómo puede ser que en la era de la información instantánea alguien reconozca ser ignorante de algo y encima tenga el orgullo de dar una valoración sobre ese criterio? Sería diferente que no te guste el arte contemporáneo, que entonces la pregunta es ¿por qué obligarse a visionarlo?

Pero la cosa no sigue ahí, el otro día un Influencer (que no voy a mencionar para darle publicidad) decía que no recomendaría Skinamarink, una película independiente de terror, porque le resultó aburrida. Después empezó a hablar de “buen” cine «experimental», poniendo de ejemplo a David Lynch, que ya demuestra qué tipo de conocimiento tiene sobre lo que está criticando. Y no digo que no puedas decir que una película sea aburrida, cada cual tiene una opinión, al final del día, las críticas son eso, pero sí moderar cómo se formula esa opinión.

El problema es que no hablamos de una película de Tarantino, que probablemente al director le dé absolutamente igual tanto la crítica, como los comentarios, y además tiene asegurado continuar haciendo películas. Estamos hablando de artistas independientes, donde hay muchas posibilidades de que esté leyendo/viendo la retroalimentación (o al menos es consciente de ello), porque cuando eres un artista pequeño te mueres de ganas por saber qué tipo de recibimiento tiene lo que haces en el otro lado del mundo. Además, el arte que hacen necesita apoyo porque es totalmente marginal, forma parte de un nicho. Si no estamos acostumbrados a este tipo de visionados, tratemos, al menos, de valorar su esfuerzo y lo que sí nos gustó. Pongámonos en sus zapatos. Tuviste una idea, hiciste la preproducción, producción y postproducción, fuiste seleccionado para un festival de cine y luego el pequeño porcentaje de personas que vieron tu película comentan estupideces en internet porque no se molestan siquiera en entenderla. También valorar el efecto que tiene en dejar reseñas con “no la recomendaría”. Estamos viviendo en una época donde prácticamente el anti intelectualismo es un valor predeterminado, cada vez el contenido se da más machacado, masticado, digerido y vomitado, mientras menos proceso de raciocinio haya por medio mejor. ¿No sería más útil animar a otras personas a visionar, leer, escuchar algo?, ¿que se procese por sí mismo indiferentemente de la opinión y experiencia que uno haya tenido con la obra? Tanto el artista, como el individuo, se benefician siempre de la exploración del criterio.

Pero sin duda alguna el peso que más sufren estas obras es no ser (o serlo ambiguamente) narrativas. ¿Cómo puede ser que un medio como el cine se valore tanto una historia? No le debemos nada a la literatura, las películas no necesitan contar una historia, tener coherencia narrativa o un mensaje para ser buenas. El cine es el arte del sonido y el movimiento y con lo que la gente llama “cine experimental” (término que a mi parecer es ridículo) siempre se vuelve a la forma más pura y verdadera de hacer cine. Bien lo sabían los cineastas de la Nouvelle Vague, lo importante no es la historia, sino el proceso de construirla. Siempre será más inteligente saber crear un ambiente, un tono y comunicarlo con los movimientos de los actores, las cámaras, el juego de luces, el encuadre, etc. que tener que seguir a rajatabla las típicas reglas de plano contra plano, 180º, si sale por la izquierda del encuadre entra por la derecha…

El cine comenzó siendo un mero estudio del movimiento, primero fue la animación, después las imágenes animadas y conforme ha evolucionado, se ha establecido como estándar las normas del cine clásico estadounidense (y el sistema de estudio) y después de casi 100 años no podemos salir de ahí. Es increíble cuánto hemos olvidado de dónde venimos y que ahora solo busquemos la experiencia egoísta y catártica en un filme, cuando ningún artista nos lo debe, ni deberíamos someterlo a tal expectativa.

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