Mario C. Gentil / 05.10.2022
La película ganadora de la Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes ‘Triangle of Sadness’, dirigida por Ruben Östlund, fue proyectada en el Festival de San Sebastián, en la sección Perlak. La cinta sueca es una sátira mordaz, divertida y desenfrenada de las clases burguesas y el capitalismo. Carl y Yaya, una pareja de modelos e influencers, que tienen una relación dispar y casi por conveniencia, son invitados a un crucero de lujo donde el confort que los trabajadores se afanan por servir se verá trastocado debido a un inesperado suceso.
La obra es, por encima de todo, una pieza realizada para divertir, una comedia negra mentalmente emancipatoria y escapista. Pero pese a ello, pone en un espejo a las clases altas y expone hasta el ridículo unos conceptos del triunfo totalmente actuales. Hacer humor, y pasar un buen rato a los espectadores es otro de los objetivos y las aportaciones del cine, y más si ello tiene un trasfondo de crítica. El cine no tiene por qué tener siempre un compromiso social que raye lo solemne, o un humor que se vea superado por un rigor que se apodere de la comedia. Y por ello ‘Triangle of Sadness’, que en su perfil de cintas es de las mejores de los últimos años, tendrá merecidos reconocimientos del público de todo el mundo, igual que ya lo ha obtenido con muy prestigiosos premios de la industria.
El guion de la película, realizado por el propio director, dibuja un retrato ácido de personajes, estereotipados, sí, pero también con un fuerte sustrato de realidad, a los que como un niño que juega con muñecos, los va relacionando unos con otros para que las situaciones de comedia se propicien. Y estas situaciones, son constantes, con un ritmo que ni decae, ni satura, ni resulta disonante con el tono de la obra. Dividida en tres actos, la cinta de dos horas y media pasan voladas, pues es un refresco para la mente. Las diferentes ambientaciones tienen también la marca de película aventurera, que invita al espectador a participar de la comedia, pues está realizada exclusivamente para su disfrute. La abundancia y el exceso, elemento que se critica en la cinta, va a juego con el clima cómico, y si acaso en su segundo acto encontramos un pequeño emborrachamiento de sí mismo, pero que es muy pasable dado el conjunto de la obra.
El luminismo fotográfico de la película va en consonancia con el claro boscoso que supone este solaz. Además, es una cinta universal, acogedora, que se esfuerza y reafirma en sí misma. Consecuencia de la crítica al capitalismo más actual, aparecen la lucha de clases, el racismo, el machismo, el consumo de los cuerpos, el egoísmo, la aborrecible escalada social, la inversión de roles, y hasta los aspectos más oscuros de la condición humana. Pero siempre desde una perspectiva jovial, sin pretenciosidad, pues no se sale de sus intenciones y sus límites.
No va a ser una película instructiva pese a los temas que trata, la gente no saldrá siendo mejor de las salas, pero a buen seguro será una de las películas del año, tanto en el ámbito de comedia, como en taquilla. Y se lo ha ganado por ser sólida y fiel a su propio estilo.
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