Rivales. Luca Guadagnino
Clara Tejerina / 03.06.2024
Luca Guadagnino parece querer acercarse a todos los géneros y formatos cinematográficos con la intención de explorar las posibilidades de estos. Ha pasado por el drama romántico intimista con Call me by your name (2017), el terror con Suspiria (2018), el formato serial y de género adolescente con We are who we are (2020) o la fantasía vampírica con Hasta los huesos (2022). En esta ocasión, entra en el género deportivo con una cinta ubicada en el mundo del tenis y con tintes que casi rozan el thriller por el cuidado uso del montaje y el ritmo de los tiempos. Un plano en cámara lenta y en silencio abre la película. Este primer momento trae consigo no solo la dualidad patente durante todo el filme -una red separa a dos sombras que están jugando el punto final del partido-, sino que por montaje aporta una capa más para mostrar que la película no va sobre una dualidad, sino sobre una triada. En el plano, una red separa a dos rivales, pero hay tres elementos: la red, un bando y el otro. La cámara cae lentamente sobre esta red, dándole el dramatismo y el protagonismo necesarios en una película en la que ésta será la causante del conflicto, porque la película no va sobre la rivalidad, sino sobre el juego. Además, en el montaje se produce la misma estrategia: una red, un rival, y otro rival montados uno tras otro en tres planos diferenciados. Tres elementos separados por tres cortes que dan paso a los títulos iniciales de crédito y, con ellos, la música. En menos de un minuto, Guadagnino define la esencia y los elementos con los que va a contar para construir la propuesta. Una música pendiente del montaje, un juego de tiempos que se modifican para construir el impacto, y dos jugadores que juegan entre ellos y contra ellos, solo por el espíritu intrínseco de lo que supone el propio duelo.
La película empieza por el final, en lo que sería un clímax construido para que se prolongue durante las dos horas y media que dura el filme, y serán los grandes flashbacks los que irán contando todos los entramados a los que se enfrentan los protagonistas. Pero, ¿quién es el árbitro de este juego? Después de presentar la escena como si de un lugar casi religioso se tratase, comienza el partido y, tras mostrar el campo, un travelling frontal da el punto de partida a la música y al juego de verdad. La cámara comienza su movimiento detrás del juez de silla, sigue la red frontalmente, dejando a los jugadores fuera de campo para llegar directa a Tashi, interpretada por Zendaya, quien será la que verdaderamente dicte las normas de este juego emocional. Toda la película se construye a través de la idea del partido, tanto narrativamente como en el plano formal. Así, un frenético montaje que mezcla los diferentes ángulos de cámara que se utilizan en televisión al transmitir los torneos son los que forman estas secuencias. Por otro lado, la trama no solo gira en torno al tenis; Guadagnino plantea un reto cuyas normas quedan claras desde el principio, haciéndose valer de los recursos (los rivales como enemigos, los rivales como compañeros, la vida como la pista, o los gestos internos comunicativos) que le proporciona el juego deportivo para hacer un ejercicio de precisión cinematográfica. Por otro lado, Josh O’Connor ofrece otro registro totalmente distinto al ofrecido en La quimera (Alice Rohrwacher, 2023), compañera de cartelera en España, con un carácter mucho más intimista. Aquí, saca su cara más traviesa y desenfadada. Él, junto con Mike Faist son los peones que jugarán en este trío enrevesado de amistad y rivalidad, que traen a la vida el espíritu deportivo.
Esta es, sin duda, una propuesta en la que Guadagnino muestra el disfrute que le produce hacer cine, con un guión muy simple y artificioso, pero del que, precisamente por este ardid, el director se aprovecha y entra él mismo a jugar. Decide hacer una película manierista y lúdica tanto dentro de la historia como fuera. Así, presenta una cinta bien ejecutada, sencilla en intención, sin más propósito que el de entretener haciendo alarde de una maquinaria audiovisual sólida.