Mario C. Gentil / 15.01.2024
Léa Fehner, presentó en la Sección Oficial del Festival de Sevilla su tercer largometraje, Matronas, en el que aborda la dinámica de trabajo en la planta de paritorio de un hospital público. Partiendo del punto de vista de dos mujeres recién graduadas, que debutan en las labores de matronas, la cinta se expande, tanto argumentalmente para tocar diferentes temas, como focalmente, para desdoblar el relato varias veces hasta convertirlo en un discurso coral.
Formalmente consigue aglutinar dos sensaciones diversas pero convergentes. La inocencia y asombro por la novedad de las trabajadoras primerizas se intrinca con el constante ajetreo de las urgencias de éste modulo del hospital. Con una cámara nerviosa pero ágil, que recorre los pasillos, sigue y abandona a los personajes, tanto con el uso del corte y la superposición de planos; como con el movimiento de una cámara fija, o la asfixia de los personajes con intensos primeros planos, la cineasta consigue transmitir el desasosiego que supone este constante estrés, la desorientación de quien llega un lugar que no controla, y la coordinación de un trabajo en equipo que casi siempre se ve superado por la insuficiencia de trabajadores en puestos tan trascendentales en la vida como el de ayudar a dar a luz. Amén de la dignificación y la reivindicación de reconocimiento de este gremio, la denuncia al sistema sanitario público francés es evidente, a su vez que efectiva y comunicativa con el espectador.
Por otro lado, la cinta canaliza este argumento principal a través del drama de dos personalidades muy diferentes en su primera experiencia en una profesión tan dependiente de las capacidades, tanto innatas como de aprendizaje. Así es que se dan dos relatos, opuestos, sobre las actitudes y aptitudes, a corto y largo plazo, para ejercer la profesión, en los que se articula la narración de la película. El arco de los personajes sobresale en una cinta que, pese a su corrección, no tiene en su puesta en escena ningún elemento novedoso (aunque quizás, apropiado para un relato social tan apegado al realismo). Su valor reside en el mensaje que se emite, que apunta a un sector específico de la sanidad que no ha sido muy tratada cinematográficamente, y en la suficiencia, sin riesgo, de la aplicación de las formas para ello.
Matronas se despliega sin reclamar protagonismo, clama por la dignidad que se gana a base de su oficio, y a su vez hace tomar consciencia. Se puede interpretar como una función también necesaria en el cine: ayudar transmitir las diferentes historias que nazcan, incluidas las que posean una disposición democrática, universal y alejada de pretensiones ambiciosas. No todo puede ser una búsqueda obcecada del arte. Público, imágenes e historias, a veces, tienen que corresponderse sin atisbo de complicaciones, como aquí consigue la cineasta gala.