Jaime Pinto Llosa / 06.12.2022
Inmotep (Julián Génisson, España, 2022) Película que conjuga, historia de antiguas civilizaciones, revela hipnosis, flexiona sobre la vida y la muerte de manera muda y logra ser cómica al conseguir risas mientras una clase de filosofía profunda sucede acompañada de un concierto de música electrónica junto con luces estroboscópicas, se vuelve una experiencia psicodélica que explora lo lírico, los sonidos, el ritmo y una voz “universal” correlacional al relato.
Un filme con muchos más elementos, en forma y contenido. El montaje, la representación creíble y vital avanza lúcida pero encendida con la puesta en escena consigue dominarnos a la vez que con un raccord alucinante se vuelve a escribir la película, ampliando mediante transiciones, efectos visuales, la combinación de varios formatos como video y 16mm, continua de forma didáctica, consiguiendo aún más espíritu. El filme de Julián Génisson crea un lenguaje que nos habla sobre la muerte, el amor entre dos hombres, el trabajo de la artista como una diosa, la superación del ciudadano (si eso existe) o el deber de uno con la vida. Y el deber de uno con la muerte y la superación de ese espacio en el que ya no vamos a estar y que en su lugar habitará nuestras fotos. Atravesamos un umbral como humanos a esa existencia sin humanos, humanidad virtual.
La película es muda casi en su totalidad. Solo en 3 momentos, al inicio, al medio y al final. Hay un discurso una voz robótica, sintética, la voz del internet, que nos habla de los umbrales, que al cruzarlos olvidamos lo que hay detrás o lo que tenemos que hacer una vez cruzado el umbral. Aquello resulta una brillante metáfora sobre lo que es el ser humano. Nace biológicamente pero también tiene que nacer socialmente en ese proceso es que uno adquiere humanidad, adquiere códigos infinitos como tantas personas existen. La película continúa con esta voz-concepto donde todos tenemos una voz, a la cual seguimos. Pero hay varias voces más. Al final solo escogemos una. Pero las demás no es que las olvidemos las tendremos en nosotros por el resto de nuestra existencia.
Es maravilloso encontrar estas metáforas, encontrarlas como la representación de la muerte y que el amor en imágenes y fotos, puede ser tan solo eso, sin palabras, se hacen entrañables la pareja de hombres. Y sin palabras una Vinculación Intersubjetiva con otras conciencias y cuando llegan las palabras demasiado tarde, la muerte ha dejado un espacio vacío, un olvido, pero hay una segunda parte, que será una segunda película. Estaremos atentos para ir a verla al cine, porque es el lugar que merecen obras experimentales en todo el sentido de la palabra.
Quiero agradecer a nombre personal, al grupo organizador RIZOMA, la amabilidad de poder haber encontrado un cupo para este servidor, para esta película ya que se encontraban agotadas todas las butacas. Luego de la proyección hubo un Q&A con el equipo realizador de Inmotep, Julian Génisson, director; Hyperpotamus, compositor de la banda sonora y Sergio Jimenez, editor y montajista. Solo queda esperar la segunda entrega, mientras escuchamos la excelente OST compuesta por Hyperpotamus en spotify.