Lucía López Sardón / 08.10.2023
El Festival Internacional de San Sebastián hace historia este año con tres películas de animación incluidas en la lista de su Sección Oficial. Nunca antes había habido “tantas” dentro de este formato. Pero que menos que rendir homenaje a este acontecimiento tan especial inaugurando el festival con la que “probablemente sea” la última película del gran maestro Hayao Miyazaki.
El chico y la garza (Kimitachi wa dou ikiru ka, 2023) abre el festival como el acontecimiento más grande el año dentro de la industria de la animación. Y no es para menos. La película, que tanto secretismo había contenido en su primer estreno en Japón, consiguió, sin embargo, romper récords de taquilla en el país nipón. Ahora, con el estreno europeo en ciernes, Hayao Miyazaki escoge San Sebastián para estrenarse en el continente, recibiendo también el Premio Donostia por parte del Festival, siendo también el primer director de cine de animación en hacerlo.
El film nos narra la historia de un niño (Mahito) quien se muda a la finca en el campo de la nueva esposa de su padre (Natsuko) donde sucede un encuentro muy inusual con una garza que tiene muy poco de animal corriente. A lo largo de la historia, Mahito se adentra en un rocambolesco y complejo mundo delimitado por el tiempo, al que le queda muy poco para mantenerse en su existencia.
Así pues, Hayao Miyazaki invita al espectador, una vez mas, en una trama donde no todo es lo que parece. Con personajes salidos de los más extraños y creativos rincones de la imaginación del estudio, Mahito y la garza recorren los pasillos y puertas de pensamientos y complejas preguntas sobre la propia realidad del ser humano y el ser adulto. Desde la perspectiva púber del protagonista, que se ve implicado en el cuestionamiento sobre la vida, la muerte, la justicia, la verdad, la sociedad y lo que la rige, las leyes del mundo que lo rodea, y un sin fin más de interrogantes. Algunos con respuesta y otros, más ambiguamente contestados.
Si bien es cierto que el director se ha basado (como en muchas otras de sus películas) en la novela escrita por Yoshino Genzaburō: Kimitachi wa dou ikiru ka de 1937, la película se fracciona y se separa drásticamente del texto sin hacer adaptaciones, sino como base para un historia que hable precisamente sobre los mismos conceptos que la novela.
Con esta película, Hayao Miyazaki homenajea a grandes directores como Satoshi Kon, Takahata, Hosoda e incluso Shinkai, además de hacer varios guiños a sus anteriores films. Por lo que hace alusión a una especie de melancólica despedida con un final a lo grande lleno aún de más preguntas por responder. Como sólo Miyazaki sabe hacerlo, el mundo que crea en El niño y la garza no es para menos, simple.
Entre la búsqueda por esa nueva expresividad con mezclas de nuevos diseños y formas artísticas, y el clásico trazo multientramado guion Miyazakiciano, se encuentran los deseos de un niño por comprender sus emociones, y la aceptación sobre la pérdida y la bienvenida a una nueva vida, la desadaptación de un nueva vida con los cambios por el que todo individuo pasa en sus primeros pasos hacia una edad más adulta. ¿Qué es la vida y qué es la muerte? ¿Quién traza los límites del tiempo que delimita nuestra existencia? ¿Qué hacemos o cómo vivimos?
Añadiendo una dosis de elementos copernicanos y una posible interpretación sobre el destino del propio Hayao Miyazaki con respecto a su obra y su tan hablada “sucesión”, este film de 121minutos de duración redescubre y desenmaraña aspectos de cada uno de sus espectadores que pueden ser tanto cercanos como tan completamente opuestos. Es una historia escrita y guindada para una mirada independiente y única. Ahora es decisión de cada uno, descubrir su propia historia.