Mario C. Gentil / 27.12.2022
Don’t Look Up! Es una buena comedia, que entretiene y arremete contra muchos sectores. Es fresca y reivindicativa, sin traicionarse a sí misma saliéndose del tono ni de sus propios esquemas. Una película actual, tanto en contenido como en estilo, que representa bastante bien a su tiempo.
La cinta parte de la confrontación entre la ciencia y lo irracional, entre moralidad y el liberalismo más feroz, entre personajes de dos mundos que cohabitan en el mismo y son marcianos los unos para los otros, para lanzar órdagos a diferentes esferas sociales.
Se satiriza al gobierno republicano estadounidense (y por ende a todos los gobiernos de derechas herederos de su modelo político, los cuales incluye a casi todo occidente), a la masa que se hidrata a base de bulos y al negacionismo galopante que ataca a los más débiles. Al uso patológico de las redes sociales, y a la mascarada que es toda la política en general y los grandes medios de comunicación, tengan la orientación que tengan. A esos magnates ególatras y con un alto grado de psicopatía que creen estar por encima del bien y del mal. Y también hace comedia, aunque más condescendientemente, de sí misma, de la parte protagonista, que es la que se reivindica en el filme, la ciencia y el método científico.
Posee un montaje cercano al espectador (probablemente más al joven) y muy dinámico, de una velocidad de cometa, y que subraya, en el buen sentido, la orientación cómica y actual de la película. Tiene un reparto estratosférico con Leonardo Di Caprio, Jennifer Lawrence, Meryl Streep o Cate Blanchet entre otras estrellas. Probablemente sin este elenco Don’t Look Up bajaría algún que otro escalón en cuanto a nivel, ya que las actuaciones son de los mejores apartados que presenta la obra.
Si bien la película se excede en cierto punto en esta velocidad de montaje, más por repetición que por estilo. Quizás le sobren algunos minutos de metraje, ya que la historia decae un poco en su último cuarto de película. A su vez, no evita esos ramalazos típicos de película yanqui en su parte final. Tiene reminiscencias de ¿Teléfono rojo? volamos hacia Moscú (Dr. Strangerlove, 1964) de Kubrick pero sin alcanzar, ni mucho menos, la redondez de ésta.
Es en definitiva una película que conecta con el público, que es disfrutable si se es consciente de lo que vamos a ver, no pretendiendo presenciar un ejercicio cinematográfico en su sentido más magno, y sí una comedia con la que entretenerse y que a la vez nos transmita fluidamente su para nada banal mensaje.
Por otro lado, se agradece la temática de la película, que aunque sea catalogada como ciencia ficción tiene bastante más de lo primero que de lo segundo. Ojalá, y aquí ya habla un servidor con sus aficiones, se realicen más películas de todo tipo donde la astronomía, realista, sea el punto de partida.