Patric Chiha. Director de ‘La bestia en la Jungla’
Clara Tejerina / 11.03.2024
Patric Chiha estrena su nueva película ‘La bestia en la jungla’ (2023), una adaptación libre de la novela de Henry James en la que dos personajes esperan la llegada de la temida bestia como un hecho que cambiará sus vidas de forma radical, pero mientas tanto, se acompañan pacientemente durante la larga espera. La entrevista fue realizada en los cines Doré en francés con traducción simultánea al castellano.
La historia está tratada desde el artificio, con una mirada que imita el cuento de hadas en una especie de versión oscura de Alicia en el País de las maravillas, ¿Por qué eliges esta forma de adaptar el relato de Henry James?
La novela de Henry James tiene la belleza de los mitos griegos, es como un cuento con moraleja al que le sumas un elemento misterioso. Este elemento es ‘La Bestia’, que espera cautelosa a que el protagonista comprenda la locura de ser tan ciego. Cuando entré en la discoteca, como idea, me pareció que era posible adaptar esta novela. La discoteca no es real, y lo real tampoco lo es, es un lugar onírico donde ellos juegan y nosotros jugamos con ellos. Me encantan los personajes, que se enredan en esta idea de lo que es y lo que no es, como en la vida, jugamos a estar demasiado enamorados, demasiado celosos, demasiado felices… Es la ficción dentro de la vida, donde todo es posible y todo el mundo está jugando e interpretando, pero sin embargo, a pesar de todo el juego, las emociones son sinceras, porque hay menos encaje social. Es un lugar donde las emociones son desnudas.
En todas tus películas el baile es una parte esencial, y en esta hay dos enfoques, están el baile individual y el baile de la masa, en el que solo se identifican los cuerpos ¿Cómo planificas y trabajas las coreografías y cómo enfocas estas dos distinciones?
Voy a intentar explicarlo de una manera sencilla, en una de las primeras películas del mundo se mostraba un tren que entra en la estación (La llegada del tren, 1895, Hermanos Lumiére) y se dice que durante la proyección la gente empezó a correr, porque entendían que el tren podía atropellarlos, pero yo creo que por lo que corrían es porque el tren era una emoción muy fuerte. Quizás es un poco loco, pero creo que la base del cine es el movimiento, y ¿Cuál es el movimiento más gratuito? El baile o los trenes. Nosotros bailamos para bailar, y cuando vamos a una fiesta o a una discoteca adoramos bailar, pero también nos encanta ver bailar. A mi me encanta contemplar, mirar, pero no mirar cada gesto, sino la belleza, las caras, la multitud. Es algo impresionante porque hay todo un baile conjunto. La gente está bailando y hay un tiempo en el que se produce una especie de diálogo entre ellos, pero no es narrativo. Ella baila y, al mirar su cara, podemos proyectar todo tipo de ficción en ella. Fui a México a presentar la película y la gente bailaba en el parque, me senté a observar y había varias parejas, y vi que cada pareja es una película, no hacen más que bailar, es el reflejo de esta emoción tan sencilla que forma parte del movimiento. Merce Cunningham, un gran coreógrafo americano dice: el movimiento (motion) es la emoción (emotion).
Repites colaboración con Beatrice Dalle, con quien ya habías colaborado en tu primera película (Domaine, 2009) ¿Es su personaje una reinterpretación o continuación del personaje de Nadia en Domaine?
No, creo que no, pero tengo que pensar en ello. La razón por la que repetí con ella es que me encanta Beatriz, y ¿por qué a uno le gusta o adora a un actor? Ella es divertida, pero sobre todo es misteriosa, piensa mucho, pero no consigo saber lo que está pensando. Su cara vibra y ella me asusta un poco, pero me encantan los actores que me dan miedo, es una mezcla entre fascinación y miedo. Creo que aquí es cuando viene el factor de dominar la vida. En La bestia en la jungla ella es la que controla todo, es la que lo entiende, la que lo ve, es como la directora de la película. La clave para escogerla, aunque no se lo dije, es mirar lo que pasa y que te guste lo que sucede o no. Ella misma y su personaje transmiten esto. Es como los puertas de las discotecas que todos hemos conocido, una imagen que da miedo, no es la policía pero es esa figura de autoridad, que representan y ponen los límites de hasta dónde estamos dispuestos a perdernos dentro de la discoteca y, en este caso, aunque los personajes se pierdan en el proceso hay que comprender algo, queremos comprenderlo.
En cuanto al color, en cada tramo diferenciado de los bailes hay un tratamiento diferente, pasando primero de los colores cálidos (naranjas amarillos, rojos y rosas) a los colores fríos, que van tomando mayor forma a partir de la mitad de la película ¿Cómo planteas esta construcción, es una manera de diferenciar el paso del tiempo o tiene otra interpretación?
Es el tiempo, esta película ha llevado mucho trabajo pues cada escena se ha conseguido de manera distinta. Es una película un poco loca, nada cambia, pero al mismo tiempo todo cambia de manera constante. La ropa, la música, están en continua transformación pero cada noche es la misma. Si observamos los bailes del pueblo veremos que al final la esencia es la misma que en la discoteca más grande de Madrid, hay algo en la noche que es idéntica y ahí, junto con todo el equipo, nos dimos cuenta de que la belleza del trabajo era contar el pasado, es contar cómo el tiempo cambia constantemente. Y al contarlo te das cuenta de que hay algo que se ha muerto, es raro esto. No hemos hecho una discoteca realista porque eso no existe, pero si que hemos intentado dar ese sentimiento de una especie de materia, de dar forma a la noche, dar materia a la vida.
Has trabajado en esta película con Julien Lecheray en la edición, quien tiene mucha experiencia en películas autorales como las de Céline Sciamma ¿Cómo ha sido trabajar con él y cómo piensas que te ha aportado en el proceso creativo?
Es complicado, trabajamos con dos montadores, Karina Ressler es la que más ha montado desde el principio, y Julien Lecheray, que apareció al final porque estábamos un poco perdidos. Los dos son muy importantes realmente, pero fue un proceso complicado. Es una película con unos acontecimientos narrativos y una psicología de los personajes en las que todo mueve pero nadie se mueve. Para montar esto y avanzar en el montaje es un proceso complicado, porque son dos personas que están paradas, que deciden dejar de vivir, pero al mismo tiempo la película sí que tiene que avanzar. A todo esto hay que sumarle que la película transcurre en un lugar cerrado, así que el conflicto resulta muy complicado de hacer. Los montadores han agarrado el proyecto desde el principio, se lo han creído siempre y no lo han soltado, han hecho muy buen trabajo. Karina trabajó mucho en el concepto del tiempo porque creía mucho en ello y Julien vino al final. Nos lo planteamos como un juego complicado pero que queríamos ver si somos capaces de llevarlo a cabo. Es difícil contar el proceso de montaje porque la edición es como un proceso manual, y en una entrevista es difícil hablar de manos, es ir encontrando las cosas como si fuera una escultura.
Este año se estrena también la película ‘La Bete’ de Bertrand Bonello ¿Cómo crees que dialoga la historia de Henry James con la actualidad para que se den estas dos adaptaciones a la vez?
Hay una película, Cuento de verano de Éric Rohmer (Conte d’été, 1996) que es una adaptación posible, secreta, del libro de Henry James. No se si todo esto tiene que ver con la actualidad, prefiero no hablar mucho de ello porque quizás solo digo banalidades, pero lo que sí creo es que es un libro sobre cine. Supongo que el cine, con todos los cambios que está sufriendo en estos años con las series, las plataformas… está en un momento en el que socialmente está cambiando y quizás es un momento donde podemos volver a plantear qué es el espectador. ¿Con qué soñamos cuando estamos en la sala de cine? ¿Qué nos va a caer encima al ver una película? Es una especie de Bestia ¿Qué es lo que estamos perdiendo cuando estamos en la sala? igual estamos perdiendo la vida real al estar demasiado en el cine… En fin, la discoteca era una antigua sala de cine y creo que hay algo al respecto de la pregunta que es la cuestión sobre el cine, y esta novela nos permite plantear y cuestionar esto.