Jaime P. Llosa 23/06/24
Madeleine Hunt-Ehrlich presenta en su debut, «The Ballad of Suzanne Césaire», una obra que trasciende el biopic convencional al adoptar una aproximación anti-biográfica y metatextual. Al explorar la vida de la escritora y activista anticolonial Suzanne Césaire, la directora crea una reflexión elíptica sobre los mecanismos de la memoria y los obstáculos que enfrentan las mujeres negras en la preservación de su legado.
Rodada en un evocador formato de 16mm, la película se despliega con la cadencia lenta y deliberada de la jungla caribeña, creando una atmósfera contemplativa y melancólica. Esta elección estética recuerda a los experimentos de la Nouvelle Vague, evocando obras como «La Jetée» de Chris Marker y «Cleo de 5 a 7» de Agnès Varda, que también jugaron con el tiempo, la realidad y la auto-reflexión. Al igual que estos filmes, «The Ballad of Suzanne Césaire» interactúa con el lenguaje cinematográfico para alterar la realidad, presentar conflictos y fomentar una autoconsciencia crítica.
Zita Hanrot, quien encarna a Suzanne, rompe la cuarta pared al decir: “Estamos haciendo una película sobre una artista que no quiso ser recordada”. Esta declaración encapsula la paradoja central de la película. Hanrot se funde con su personaje, difuminando las líneas entre la actriz y la escritora, mientras lidia con la maternidad y su carrera. Las recreaciones de momentos históricos, las lecturas de los textos de Césaire y las interacciones entre el elenco y el equipo de filmación crean una narrativa fragmentada y densa que refleja la complejidad de reconstruir vidas olvidadas.
Hunt-Ehrlich utiliza la naturaleza como un personaje omnipresente que actúa como metáfora de la historia colonial, un camuflaje de realidades opresivas. Las hojas de papel que vuelan y se pierden en la naturaleza subrayan la imposibilidad de reconstruir completamente las vidas pasadas. Esta imagen recurrente no solo ilustra las limitaciones de los archivos históricos, sino que también resalta el rechazo consciente de Césaire a ser recordada a través de los prismas patriarcales y coloniales.
La película está orquestada con una técnica impecable, utilizando elementos simples como la voz, los sonidos ambientales y una banda sonora sutil pero envolvente que intensifica la textura del 16mm. El diseño sonoro, con sus transiciones del crujido de grabaciones antiguas a los ritmos de tambores y canciones tradicionales, crea un ambiente inmersivo que cautiva por su color y su resonancia emotiva.
Suzanne Césaire, cofundadora de la revista “Tropiques” y figura clave del movimiento de la Negritud, vivió en un periodo de intensa actividad política y cultural. A pesar de su prominencia y su papel en la creación de una voz literaria caribeña distintiva, Césaire optó por destruir muchos de sus escritos después de 1945. Esta decisión de rechazar la inmortalidad literaria y cultural plantea una serie de interrogantes filosóficas que la película explora de manera meticulosa.
La acción de borrar su propio legado puede interpretarse como un rechazo a las estructuras coloniales y patriarcales que dominaban su tiempo y que, inevitablemente, habrían mediado la interpretación de su obra. Al elegir el olvido, Césaire desafía la noción convencional de que el valor de una persona se mide por lo que deja atrás. Esta decisión invita a reflexionar sobre la naturaleza de la memoria y el legado: ¿Qué significa ser recordado? ¿Cómo se construye la identidad a través de lo que se deja al mundo?
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