Mario C. Gentil / 22.05.2023
Sica (pueden encontrar su crítica aquí), presente en la Sección Generation 14plus del pasado Festival de Berlín y en el Festival de Málaga en su Sección Oficial, tuvo su estreno en las salas de cine este viernes 19 de mayo. Una cinta que versa sobre el duelo y la persistencia de una niña de la Costa da Morte que espera insistentemente la llegada del cuerpo de su desaparecido padre marinero en alta mar. Hablamos con su directora, la catalana Carla Subirana.
¿Por qué la decisión de dotar a la naturaleza de la misma importancia de un personaje principal con su constante presencia en pantalla?
El origen de la película tiene que ver con el paisaje, con el enamoramiento, con el flechazo que yo siento al llegar a la Costa da Morte caminando, y descubrir ese océano tan brutal, esa costa tan virgen y preservada. Hice todo un trabajo de investigación documental para conocer su historia, las leyendas, escuchar hablar a la gente de manera tan poética, hablan del mar como si fuera una mujer, y digamos que la semilla de Sica es la naturaleza. También está mi interés con entender que hemos perdido un poco ese cordón umbilical que a los seres humanos nos unía con ella históricamente. A lo largo de la historia de la humanidad nosotros entendíamos cuando mirábamos al cielo si iba a llover, qué plantas podíamos comer y qué no. Si teníamos un dolor de estómago qué plantas podíamos coger para sanarlo… todo eso lo hemos perdido en un porcentaje muy alto. Para mí era importante. Yo amo y respeto la naturaleza, y entiendo que tenemos un problema realmente grave con la crisis climática debido a esa desconexión que estamos viviendo. Entonces un personaje es esa naturaleza y que solo ella será la capaz de devolver la armonía a la vida de Sica. Cuando llega Ofelia, la madre de las tormentas a las que Suso hace referencia, vuelve el equilibrio.
Además de visualmente, se capta a la naturaleza mediante la importancia de lo sonoro aun cuando no se la enfoca en el encuadre. Es omnipresente…
La naturaleza nosotros podemos percibirla a través de la vista, pero también del olfato y del oído, es muy sensorial. Y Sica es una película que tiene una parte hipnótica y sensorial muy fuerte, en ese sentido he querido trabajar. Yo invito al espectador a entrar en Sica. Si tú accedes a esa invitación y entras, puedes sentir la textura, el olor del mar, el salitre. Y eso se trabaja a nivel visual y a nivel sonoro porque es la esencia del cine. A nivel visual es obvio. Intenté trabajar en un reto que me puse que era captar los estados de ánimo de la naturaleza. Y digo: «¿ahora cómo lo hago?». Pero al final filmar la naturaleza se reduce a algo tan complejo y tan simple como esperar, estar en el momento adecuado en el sitio adecuado. La naturaleza es caprichosa y actúa como quiere. En este aspecto no puedes planear rodar lo que pretendes… dices: “hoy quiero un plano soleado” y entonces llueve, o al revés. Y a nivel sonoro hay un diseño que es casi un trabajo de orfebrería que hice con Alejandra Molina y Fernando Novillo en el que cada personaje tiene unos sonidos vinculados y una posterior evolución de éstos a lo largo del metraje. Por ejemplo, con Suso sonaban una serie de sonidos de aves, ya que es quien va a atraer la nueva información, la alerta. Esos sonidos iban apareciendo con una evolución. O el eco de la Furna das Grallas, que leí en una de las leyendas, que en ese gran agujero se podía escuchar el alma de los náufragos… eso me venía muy bien para lo que estaba viviendo Sica.
¿El tono de fábula que envuelve a la película es debido a que el punto de vista es el de una niña que está en proceso de despertar, o se debe a una inclinación de estilo?
Yo creo que es una decisión estilística… la película se instala en un realismo, un estilo documental que te lleva a ese naturalismo. Por otro lado, es una película muy construida a nivel de montaje y a nivel sonoro, que te lleva a una alta subjetividad del personaje de Sica. Ese paralelismo metafórico entre lo que está viviendo ella, la tormenta interior, y su desencanto de ver que las cosas no son como creía, o los elementos mágicos que aparecen como la tortuga conviven a su vez con un aparente realismo. Encontrar ese tono es el equilibrio que yo buscaba.
Cuéntame sobre las diferentes conexiones literarias que aparecen: la Nausica de Homero que recoge a Ulises, la Ofelia de Hamlet…
Ofelia es uno de mis cuadros favoritos del prerrafaelita Millais. Ya inspiró un corto que hice que se llama Atma (2016, España). Me encanta la figura de Ofelia y esa historia de su locura, que acaba cayendo al agua, que también había perdido al padre… A mí la pintura prerrafaelita me fascina, y ese cuadro en concreto. Entonces decidí que esa tormenta debía llamarse así. Aparte, también hubo un fenómeno meteorológico en 2017 que se llamó así que lo une con el realismo. Luego, esa estructura prototípica del viaje de Ulises de Homero… me parecía bonito buscar a nuestro Ulises. Pero mi Ulises tiene que ser una mujer porque yo soy una mujer y así puedo narrar la historia de una manera más natural porque puedo entenderla más y poner cosas de mi experiencia personal en el personaje, al igual que ocurre con la madre. De ahí la elección de Nausica. Mientras estaba leyendo sobre este personaje y lo que representaba en La Odisea, pensaba: “Nausica queda un poco pesado, quizás demasiado intelectualizado” pero Sica tiene la sonoridad de un nombre corto y duro como el paisaje, y como ella y su rostro.
Existe también una conexión cinematográfica con la Nausica del Valle del Viento de Mizoguchi y sus valores ecológicos…
Esa película la vi con mi hijo en la Filmoteca, y es brutal, y la ecología está siempre presente en su cine. Al final como directora mezclas cosas que te interesan… hemos hablado ya de los prerrafaelitas, pero también me influye Pasolini y esas decisiones de trabajar con actores naturales y buscar a verdaderos marineros. O Rossellini que trabajaba también con esa mezcla de documental y ficción. También Agnes Varda que es puro compromiso con sus personajes femeninos. Andrea Arnold filma también de una manera muy sensorial, muy atmosférica, al igual que Claire Denis. O el mismo Flaherty, de los Hombres de Arán o Nanuk, que ya en los años 20 mezclaba ficción y documental. Derzu Usala (Kurosawa). También hay una conexión con El piano de Jane Campion, en esa escena cuando cae al mar…
La Galicia profunda ha tenido mucha presencia en el cine en este año con otras obras como As Bestas o Matria. Lo mismo está ocurriendo en otros territorios. ¿Por qué crees que surge esta deriva localista en nuestra cinematografía?
Sí que es cierto que hay una tendencia a filmar vinculado a un territorio, pero es algo que me parece muy interesante porque el buen cine tiene que ver con algo universal, y la universalidad se puede encontrar precisamente en un viaje desde lo más pequeño, desde lo más local, desde lo más concreto, hacia lo universal. En el territorio pequeño, en la convivencia cultural que se pueda dar en Galicia, Costa Da Morte o en la Vall Fosca, Pallars Jussá en Cataluña, ya hay una serie de elementos que pueden ser columnas vertebrales de una historia, que quizás es un avance de nuestro cine en el sentido de que estamos siendo capaces (y ya se ha hecho en otros cineastas en otras épocas, no digamos que esto es nuevo de ahora) de mirar y entender los territorios de nuestro país que son muy variados y muy ricos. Es un país relativamente pequeño, pero con una variedad cultural, idiomática y paisajística muy fuerte. Habla de una evolución. Era hora de que si una película se rodaba en la Costa da Morte ¿cómo vamos a poner allí un marinero hablando en castellano? Y también de la natural convivencia de dos idiomas. En este caso Carmen por amor se ha ido a vivir a Costa da Morte, y su hija que es muy de allí, le habla en gallego… esto es algo que yo he visto y que sucede en la realidad. ¿Por qué omitirla?
1 thought on “Entrevista a Carla Subirana, directora de ‘Sica’”