Clara Tejerina / 04.10.2023
Nat se traslada a un pueblo perdido, a una casa medio en ruinas, donde la relación con su perro y con los vecinos será lo que compone su día a día. Isabel Coixet adapta la novela de Sara Mesa, para ello se va a las tierras riojanas donde sitúa esta pequeña población que será uno de los elementos protagonistas del film. Un pueblo escondido debajo de las grandes y áridas montañas, reflejo de ese carácter duro de la vida solitaria a la que se enfrenta la protagonista.
La novela de Sara Mesa, en tan solo 150 páginas construye, a través de la mezcla de un narrador omnipresente y el flujo de pensamiento de Nat en primera persona, un ambiente denso e inquietante. Las palabras descuadran al lector a través de un ambiente asfixiante. Todo adquiere un carácter que mezcla lo turbio y sombrío con la comprensión de la soledad. La exploración de las diferentes soledades es el punto central que comparten las dos autoras. Sin embargo, Coixet hace suyo el relato. Para ello introduce elementos e intereses propios que trascienden alrededor de toda su filmografía. El interés por lo social, la presencia de los refugiados, el ecologismo, son algunos de los temas que roza sutilmente en esta cinta.
Los principales problemas de la propuesta vienen por la construcción de algunos personajes, que no acaban de construirse del todo. Los más damnificados son «el casero» y Piter, cuyos matices quedan muy reducidos y las capas de ambos son escasas. Es en este caso donde las modificaciones que hace Coixet con respecto al libro se hacen más evidentes al quitar complejidad a la obra. La película no consigue la contradicción construida en el libro, no consigue ese ambiente asfixiante. Esto se vió reflejado en las reacciones del público durante la proyección. Sin embargo, parece que Coixet no busca calcar o recrear esta asfixia. En lugar de eso, lo que hace es apropiarse del relato para, respetando la esencia de la historia original, crear su propia narrativa. Transforma la historia para hacerla suya, y eso hace que consiga una película que, a pesar de no ser perfecta, se mantiene en sí misma con solidez y aporta un final y una visión ligeramente distintas a las de Sara Mesa. Ese intento de adaptación es lo que hay que valorar de esta propuesta. Dentro de las modificaciones, trata de mantener la esencia de la novela y apuesta por esta exploración de una historia sobre huidas. Una historia sobre la incomodidad de encontrarse y convivir con uno mismo aunque no quede nada.