Mario C. Gentil / 22.02.2022
Her love boils bathwater (Yu wo wakasuhodo no atsui ai), escrita y dirigida por Ryota Nakano, que nos llega de la mano del Japanese Film Festival Online, es una obra humanista, que nos cuenta una historia de una persona que es capaz de con su amor, persistencia y ejemplo, hacer que todos los que la rodean evolucionen y se conviertan en personas mejoradas. Todo ello sin ser una obra idealista, sino todo lo contrario, pues nos encontramos ante una película dura y amarga, pero que como su protagonista, saca fuerzas y alegría casi milagrosamente de donde no hay.
Estamos ante una gran película, principalmente, porque el tratamiento de los personajes que posee es riquísimo. Todos están fantásticamente escritos y tratados. Todo evolucionan convergentemente con la historia. Todos los actores y actrices, que están fantásticos, se enrolan en su papel haciéndolos suyos y aportándoles su toque. Destaca Rie Miyazawa que en su interpretación de la protagonista hace un personaje que deja huella.
El acierto en la construcción del guion no queda solo ahí, pues consigue tratar distintos elementos de profunda hondura que aquí aparecen y se ensamblan: una manera de encarar la muerte, la importancia de la familia, la predicación mediante el ejemplo, la confianza que las personas pueden inspirar a otras, la ausencia de figuras paternas, las personas que no saben decir la verdad. Todo ello sin resultar nada impostado, con una fluidez total, y con un cierre redondo y poético.
En este drama de personas abandonadas todas las subtramas consiguen cerrarse con adecuación y simpleza, y pese a que la película pasa por diferentes fases no pierde el tono en ningún momento. Por el contrario, nos gana a los espectadores.
La película tiene numerosas escenas emotivas, que combinan a la vez toques de aspereza, de un fondo duro, con un halo de calor y muchísima delicadeza. Por lo tanto, esta sucesión de momentos dramáticos, esa cierta recreación trágica, no cae en la lagrimilla fácil (que caerán igualmente), porque el trasfondo realista, la sobriedad de la puesta en escena, y el buen gusto comunicativo hace que se vea todo como algo medido y bien servido.
La fotografía de la obra también hay que reseñarla. Y es que visualmente la cinta también posee calidad por sí misma, con una constante claridad compositiva de las figuras y los encuadres.
Por poner una pega, el uso de la música no es muy innovador como también le ocurre a otras películas del festival, ya que subraya demasiado algunos momentos, intentando transmitir un sentimiento que las imágenes ya nos dan con más que suficiencia. Pero tampoco llega a ser algo disonante o que moleste.
Es desde luego una película que ver, de la que aprender, y con la que disfrutar pese a los sucesos y las revelaciones. Y que hay que dar las gracias al Japanese Film Festival Online que nos la acerque, porque no se entiende que no se haya distribuido por las salas de cine de todo el mundo antes.