Clara Tejerina / 10.02.2023
En su nueva película Martin McDonagh presenta a dos amigos Pádraic (Colin Farrel) y Colm (Brendan Gleeson) en una isla remota de Irlanda, Inisherin. Un día uno de ellos decide que ya no quiere continuar con la amistad. Con esta sencilla premisa McDonagh construye un drama rural en forma de fábula, enmarcado en tierras irlandesas, con elementos formales propios del western. Sin embargo, aquí no trata de mostrar la épica de los vaqueros que cabalgan intrépidos rumbo a lo desconocido, sino que la historia encuentra su espacio en el pueblo que estos dejan atrás. Así da pie para construir otro relato, el de los lugareños que se quedan en ese pueblo perdido y apartado de la civilización, pero que también viven su propia odisea épica desde lo cotidiano. La odisea de perder una amistad, la odisea del paso del tiempo, o la odisea de la cercanía de la muerte son algunos de los elementos que recorren la cinta.
El juego con el western y el intento de llevar la emoción que el género recoge a la vida cotidiana está presente en toda la filmografía previa del director, quizás la que más tintes tiene de esto es Tres anuncios a las afueras (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, 2017, Reino Unido). El caballo es sustituido por el coche, las montañas por vallas publicitarias y el pueblo mantiene la estructura de los poblados clásicos del salvaje oeste, para crear, al igual que en Almas en pena de Inisherin, un drama enmarcado en un pequeño pueblo. Sin embargo, donde más encuentra similitudes la última película de McDonagh es en su opera prima Escondidos en Brujas (In Bruges, Reino Unido, 2008). Empezando por el dúo protagonista, que forma una resonancia directa entre ambas películas, pero también el uso de un solo espacio como elemento central para el desarrollo de la acción, la exploración de la amistad, el humor negro que a su vez roza el absurdo o el tono de las películas, enmarcadas en cuento y fábula, son algunos de los elementos que comparten. Esto hace que la última película del director se pueda leer como una continuación emocional de Escondidos en Brujas, donde explora el desarrollo y los límites de amistad de esta curiosa pareja.
Almas en pena de Inisherin se posiciona en el western crepuscular a través de varios elementos como los planos del atardecer, que hace de hilo conductor de la película, los dedos tratados como balas, las localizaciones reflejadas en los largos campos, el bar y las casas de los protagonistas o el uso frecuente de planos americanos. La existencia del conflicto fuera de campo también es un elemento interesante pues acentúa a su vez la violencia. La existencia del conflicto del IRA está presente, pero a los aldeanos de la isla no les afecta, esto sirve para situar la historia en un marco de tiempo determinado, pero también, para trasladar la violencia y la muerte a una isla y unos personajes que parecen ignorarla. Forma un relato donde son las propias emociones y actos cotidianos los que generan la violencia y la llevan al extremo, haciéndola universal. De Pádraic a Colm pasando por la parca, representada por la anciana del pueblo, McDonagh construye aquí una historia íntima sobre la amistad y sus límites. Explora sus temas a través de los diálogos y el humor para envolvernos por los escenarios de Inisherin, que van oscureciendo el tono progresivamente y muestran a través de sus caminos a estas personas perdidas en la cotidianidad de su isla, reflexionando sobre la moral, el tiempo y su sentido, y que no saben si están dispuestos a (re)encontrarse.