Mario C. Gentil / 28.09.2022
El argentino Manuel Abramovich preestrenó la semana pasada, en el Festival de San Sebastián, ‘Pornomelancolía’, su último trabajo, que explora y visibiliza el trabajo de un actor porno gay.
A Lalo le gusta exhibirse en redes sociales, lo que poco a poco se acaba convirtiendo en un sex-influencer. Debido a su crecimiento en redes, se ve animado a postularse para un rodaje de una película porno homosexual.
La cinta aborda el turbio y subrepticio mundo del porno desde la perspectiva del actor, que, si bien en un principio tiene inclinaciones hacia el mundillo, después no evoluciona todo como prevé. El tema, para la gente joven, puede no parecerle tan novedoso, pero hay que pensar que no todo el público utiliza las redes sociales (y menos de esta manera), que es desde donde parte y se enfoca la trama argumental.
De ahí, y encarnados en la figura del protagonista, vemos a la ridiculez a la que podemos llegar las personas en esos momentos en el que calor del sexo es el que nos gobierna. Pero a su vez, Abramovich nos da esta cara dotando a los mismos personajes de una grandísima dignidad, humanizándolos. Conjugar ambas cosas es el mayor logro del filme, más incluso que la denuncia social que realiza.
Si bien, la dudas, los miedos, el quebrantamiento de la salud mental, y una serie de consecuencias aparecen, exponiendo la situación tan fuerte a las que a veces se ven sometidos estos trabajadores, llegando incluso a poner en cuestión, de manera evidente, los límites que esta industria fuerza a traspasar, haciéndonos replantearnos cuánto hay de violencia (de violación y prostitución) en todo esto.
Por lo tanto, la oscuridad subyace en todo momento en ‘Pornomelancolía’, y la crítica a los productores y realizadores es bastante fuerte, y visualmente nos la dan por ausencia, donde no aparecen, o si lo hacen, no vemos sus caras para dotar al filme de mayor turbiedad, a modo goyesco en su capital obra sobre los fusilamientos del 3 de mayo, donde los verdugos franceses aparecen de espaldas y como máquina de guerra, sin rostros y deshumanizados.
La cinta tiene a veces un tratamiento que llega casi al documental, que va en consonancia con la filmografía anterior del autor, pero que, en este caso, es una película de ficción basada en hechos reales, de ahí el realismo que presenta.
La película tiene en su fotografía otro elemento a resaltar (su galardón como mejor fotografía del Festival de San Sebastián, realizada por el propio Abramovich, así lo acredita), donde los pocos exteriores son bellos, pero donde destaca, por encima de todo, las composiciones interiores, con un manejo lumínico muy bien utilizado.
En esta dura película, también hay que destacar la actuación de Lalo Santos, que se encarna a sí mismo, pero que realiza un papel que sostiene en muchos momentos la película, y donde sus padecimientos personales son traspasados a la actuación sin dejarse nada en esa transición entre realidad y ficción. Aclarar al respecto, que el autor el día de su estreno, comentó en su cuenta personal que el rodaje había sido un infierno para él, por lo que no debemos omitir que padeció, según extraemos de su versión, algo parecido a lo que la propia película quiere denunciar. Aunque es un tema que los implicados deberían esclarecer.
Por último, mencionar que la película, austera en ritmo narrativo, con ausencia de música, puede llevarnos a pensar anticipadamente que puede llegar el momento del tedio, su correcta duración lo evita.
‘Pornomelancolía’ es una cinta que su visionado aporta, tremendamente actual, y que expone temas que afectan a los hombres homosexuales, pero que también pueden ser transmutados a la mujer, de la condición sexual que sea, e incluso, aunque en menor medida, al hombre hetero, en esa ponzoña de industria que es la pornografía.