Mario C. Gentil / 24.02.2022
Ito, de Satoko Yokohama, basada en la novela de Osamu Koshigaya, es un drama que trata sobre tránsito a la madurez, sobre los problemas de comunicación y desubicación en el entorno familiar y sobre la evolución que produce en las personas un entorno laboral acogedor.
Ito es una estudiante de bachillerato que perdió a su madre cuando era pequeña, y desde entonces vive con su padre y con su abuela con los que tiene problemas para comunicarse, ya que es de naturaleza bastante tímida e introvertida. En esa situación se encuentra con la posibilidad de acceder a su primer trabajo.
Es la historia de una chica que se ha hecho una coraza, para sobrellevar desde pequeña, la ausencia de su madre, y cómo puede desandar ese camino o, mejor dicho, derribar sus propios muros gracias a momentos vitales que a todos nos llegan, que nos obligan a ello, y mientras los descubrimos nos place dicho cambio.
La película tiene el ritmo japonés medio, que es más pausado que la media occidental (a buen lo es más que el estadounidense). Es también clara y sencilla en los aspectos visuales. Tiene algún punto en los que parece que va a tener momentos de una construcción narrativa algo diferente, pero no tira por ahí y no se deja soltar los estribos. Es también una cinta donde las miradas y los movimientos hablan a veces más que los diálogos. El elenco actoral se adecua al clima del filme, sin destacar muchos de ellos y estando muy correctos en su papel la mayoría.
Pero tengo que decir que la película, pese a no parecerme algo de mala calidad ni mucho menos, no me conmueve. Empatizo, pero no me emociona. Gozo con ciertos momentos y otros me producen indiferencia. Siento que a la película le falta algo más de nervio.
Con los personajes me ocurre lo mismo, algunos me llegan, otros me parecen lejanos. Sí es verdad que se crea un contraste curioso con lo que ocurre en la cafetería: los clientes son personas que no terminan de parecer maduras, pero que sin embargo son todas muy agradables. A su vez todos los que confluyen en el bar, trabajadores y clientes, parecen necesitar un cariño que allí se consigue. Hay ahí quizás algo que haga especial a la película, que le de personalidad.
Es una película que no creo que a nadie desagrade, pero que tampoco será la favorita para muchos entre estas muy buenas muestras del cine actual japonés que el Japanese Film Festival Online nos está aportando.