Mario C. Gentil / 18.12.2022
El quinto largometraje del director andaluz no es una película perfecta, incluso puede que sea la menos loable de su filmografía, pero es una cinta que merece la pena el visionado y que dejará contentos a muchos espectadores, pues la película fluye a un mismo ritmo durante sus dos horas de metraje.
La mirada de Zambrano se centra esta vez en una pareja de hermanas entorno a la cual se genera la trama (la película es una adaptación de la novela homónima de Cristina Campos, que colabora con Zambrano en el guion). En ella estas dos mujeres, de muy distintas formas de ser, evolucionan para que sus vidas cambien por completo. La búsqueda de la identidad, la reconciliación familiar o la superación de obstáculos que han tenido años anclados a los personajes se desarrollan en esta historia localizada entre algún lugar de África y un pueblo mallorquí.
La película tiene un buen guion, y una fotografía (dirigida por Marc Gómez del Moral) muy generosa con el espectador. Lo mejor es sin duda la narración, en la que el director mantiene la película a una misma altura pese a los diversos caminos por donde tira la historia, varios de ellos que por sí solos podrían ser el centro del discurso, pero que pese a ello Zambrano consigue ensamblarlos y unirlos en uno solo.
Si bien, Pan de limón con semillas de amapola es a veces demasiado complaciente con el público, da la sensación de que se les ha ido la mano con el azúcar. Y lo peor, porque resalta a los sentidos, es que peca de varios momentos de subrayado. La película tiene muchas escenas de verdadera emotividad, bien conseguida. Pero igual que consigo empatizar con ella, en cuanto abandono la sala y me reencuentro con el resto de mi vida su efecto impresivo casi desaparece.
Aun así, es una obra que suma, que tiene la marca del director y que para nada me deja descontento. Hay que destacar el papel de Eva Martín, que en mi opinión es la que mejor actuación nos regala en esta historia en la que se nos muestra un bonito abanico de las múltiples capacidades de bondad y nobleza de las mujeres. También me merece una mirada especial Claudia Faci.
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