Carmen Osadía / 02.02.2024
En la noche de Año Nuevo de Baltimore, se producen 29 asesinatos a manos de un francotirador. Eleanor Falco (Shailene Woodley), una policía, junto al agente especial del FBI Geoffrey Lammark (Ben Mendelsohn), inician un proceso de investigación enfrentándose a un homicida de complicada psique. Misántropo (To Catch a Killer, Damián Szifron, EEUU, 2023) comienza abriéndose en pantalla con el presagio del caos de toda una ciudad. Un espectacular comienzo del film, ya que la primera visión de la ciudad, se encuentra absolutamente boca abajo.
Damián Szifron ya se atrevió a mostrar en anteriores películas como Relatos salvajes (2014), cómo el desorden es capaz de descubrir brutalmente la capacidad límite del ser humano bajo el contexto de situaciones cotidianas llevadas al extremo. En esta ocasión, la cámara persigue las terroríficas muertes por toda la ciudad con un movimiento serpenteante. La película se apoya constantemente en el poder de la cámara como un personaje más, guiando a sus espectadores no queriendo perderse detalle de la catástrofe, ya sea a petición o no de su público. ¿Cuál puede ser el motivo de esta toma de decisión? Si bien en Relatos salvajes su punto fuerte fueron las distintas tramas con un lenguaje de cámara sutil, en esta ocasión quizá quiera provocar en su público la misma emoción fuerte que sus protagonistas. La historia se cierra dentro del género thriller, pues con las desgracias visualizadas se requiere llegar al verdadero culpable siguiendo apenas ninguna pista, y su complejidad puede despertar el interés. Sin embargo, la empatía dirigida no termina de quedarse clara. La policía, Eleanor Falco, se encuentra en una situación de confianza a pesar de un pasado que pone en duda su profesionalidad, lo que le vincula emocionalmente con el homicida. ¿Es este el punto de encuentro fuerte que pretendía Damian Szifron? Hacer partícipe al público de los asesinatos y buscar la humanidad dentro de los “malos” se queda a medias.
Donde Damian Szifron ha presentado sus mejores cartas ha sido en mostrar y dejar la duda. Este francotirador de magnífica puntería, sujeta que las muertes de personajes desconocidos de diferentes puntos de una ciudad sean vistos de una manera directa. El crimen es real, la persona culpable es la duda. La expectación se ha quedado alta frente a una resolución en muy poco tiempo, dando lugar a un discurso moral que no se sustenta con toda la emoción previa. La brillantez y genialidad que se especulan del asesino se queda forzada con la historia de Eleanor Falco, pues esta policía, a pesar de ser elegida sin dilación por el agente especial del FBI, no muestra una genialidad destacable que le vincule. Un pasado complicado puede conmover a su público y rozar la empatía, pero la unión con la brillantez del asesino y su psique mantiene una distancia. Si bien la ciudad en los primeros segundos del film se aparece en caos, y si bien la cámara omnisciente rastrea todo lo sucedido, el cierre abandona por completo al público dándole una explicación, bajo unos motivos moralistas sobre su causa pero que no van de la mano con Eleanor, ya que esa cámara inicialmente tan notable, se queda vaporosa. Damian Szifron no ha querido ocultar este motivo, pues se atreve a jugar con el doble enfoque de Jaws (Steven Spielberg, 1975) mientras se menciona el propio título de la película. Y aunque se parta de la base de que toda toma de decisión ha sido consciente en la posición de un punto de vista, el juego ha sido revelado como necesidad, pero con abandono.