Andrea Villalón Paredes / 24.04.2022
En una pequeña casa de Grecia conviven dos personas que parecen tenerse total apatía; un padre, con esclerosis múltiple, y su hija, que cuida de él. Ambos parecen haber tenido diferencias en su pasado resultando en una relación complicada que dificulta la convivencia entre ambos.
Moon, 66 Questions es la ópera prima de Jacqueline Lentzou, y la segunda película proyectada en el pequeño festival sevillano de jóvenes programadores: Soñadores y Desterrados. La cinta nos habla de la dificultad de expresar quienes somos, qué es lo que nos importa, cómo a veces parecemos olvidarlo y cómo otras tantas nos oponemos a ello para encajar.
El film es de un ritmo lento, donde los diálogos, la tensión y las subtramas son casi inexistentes. Este brilla más por su retrato de las relaciones familiares con total naturalidad, donde personas simplemente coexisten sin la necesidad de dialogar para avanzar la trama, sino que es más común los silencios, la incomprensión e indiferencia.
Lo más destacable del metraje son las actuaciones. Sofia Kokkali está increíble, pero quien destaca es Lazaros Georgakopou, que consigue darle un realismo increíble a su personaje, recreando la enfermedad que padece su personaje con total veracidad, teniendo escenas que muestran el dolor de su padecer.
No obstante, la película cae en el error de opacar completamente a su personaje femenino. Artemis (Sofia Kokkali), se reduce a ser «hija de», a penas se explora sus gustos, la relación previa con su padre o el porqué se pelearon, exceptuando una escena que apenas da un contexto completo de cómo era la relación antes de aquello. Todo el personaje se reduce a la tarea de tener que cuidar de su padre, renunciando a cualquier tipo de autonomía o vida fuera de eso. Mientras que, la figura del padre, Paris (Lazaros Georgakopou), se explora de diversas formas: desde las relaciones con otros personajes, como a través de recuerdos, y revelaciones, forzando, de cierta manera, el cierre de la cinta sin llegar a comprender el origen del que surge el conflicto, ni tampoco el proceso o la resolución de este.
Lo anterior, junto al ritmo lento y la carencia de conflicto, hacen que la película apenas llegue a un clímax, casi castigando al espectador que consigue llegar al final del filme. Es una película que para tratar algo tan complejo como las familias disfuncionales carece de emociones y sentimientos, todo parece ser superficial, como si estuviera hecha desde el punto de vista de un vecino que se asoma por la ventana a ver qué sucede en la casa de al lado.
Moon, 66 Questions es una película que quizás conseguirá conectar con los espectadores que se hayan encontrado situaciones similares a las que el film relata, sin embargo, incluso con las grandes actuaciones que residen en el film, este falla en hacer que tanto los personajes como la historia sean atractivos para los que carecen de dicha experiencia.