Mario C. Gentil / 21.09.2022
‘La consagración de la primavera’, tercera película del director sevillano Fernando Franco, tuvo ayer su preestreno en el Festival de Cine Internacional de San Sebastián. El director de ‘La herida’ (2013) o ‘Morir’ (2017) nos habla de las relaciones sexuales que se salen del canon en su nueva película.
Laura, que empieza el primer curso universitario de químicas, acaba de mudarse a Madrid y vive en una residencia de monjas. En una fiesta conoce por casualidad a David, un chico con parálisis cerebral que vive dependiente de su madre. Días después, de nuevo por accidente, vuelve a ver a David y su madre, con los que empieza una relación de confianza.
La cinta trata varios temas que no se suelen tratar en la gran pantalla y ni siquiera dar voz por otros medios. El principal, el tema tabú de las relaciones sexuales de personas con parálisis cerebral. Pero a su vez, la cinta también trata la incapacidad de abrirse a una primera relación íntima y la asistencia sexual.
Ésta última, la expone de una manera que evita el morbo en todo momento, nos lo presenta, para que seamos los espectadores los que juzguemos la moralidad del asunto y el recorrido que puede tener, pero no toma partido, y simplemente nos presenta una cosa que existe. La actuación de Telmo Irureta y de Emma Suarez, nos ayuda a percibir cómo puede ser este entorno en el que se produce.
Otra cosa que trata muy bien la cinta (y que hay que reseñar que es gracias a la muy buena actuación de Valeria Sorolla, que debuta en la gran pantalla con un personaje a la que le imprime el tono que necesita, resultando en una muy auténtica interpretación para la dificultad del papel), es la cuestión de la dificultad de la apertura sexual a la que se enfrentas muchas personas jóvenes, y que no se trata con la delicadeza debida en la vida real. ‘La consagración de la primavera’ nos sitúa la ruptura de este obstáculo de una manera original, y es por donde realmente el filme decide acudir con todas sus fuerzas.
El guion, coescrito por el propio cineasta junto con Bego Aróstegui, es bueno, los diálogos naturales y auténticos, con una evolución y un cierre coherente. Visualmente reinan los interiores, y sobre todo, los primeros planos, en los que el rostro de Valeria se modula sutilmente para transmitirnos esos sentimientos y pensamientos que van fluyendo por su cabeza. El silencio se incorpora a estos planos para hacer más hincapié en este procesamiento de información que tan bien realiza la actriz.
El humor, sin ser una película que destaque por ello, está presente en el filme, gracias también a la personalidad de David, que aporta su gracia al personaje, dejándonos así una cinta dura, pero sin la aspereza de sus dos títulos anteriores.
En definitiva, ‘La consagración de la primavera’ es una obra que trata varios temas de los que no acostumbramos a hablar, y donde Fernando Franco consigue, probablemente, su mejor obra hasta la fecha. Desde luego que al espectador que así opine no le faltarán argumentos.
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