Inside Out 2. Kelsey Mann
Francisco J. Pacheco / 23.06.2024
Desde sus inicios allá por aquellos locos años 90 que revolucionaron el mundo de la animación, Pixar ha llevado por bandera la envidiable creatividad y la inigualable calidad técnica de sus producciones. En apenas tres décadas ha entrado en el Olimpo del cine con títulos que se han convertido en auténticos clásicos contemporáneos, y además, ha marcado su propio estilo elevando sus películas a una suerte de «cine de autor» aplicado a un estudio completo. Algo tan solo alcanzable por otras firmas igual de míticas de la talla de Disney o Ghibli. Y no solo eso, sino que además Pixar es una marca tan querida y admirada por el gran público que por regla general todos sus estrenos son verdaderos taquillazos, y de ninguna manera películas de nicho. Pixar ha conseguido conciliar como nadie el éxito comercial con el éxito artístico, demostrando que la calidad e imaginación de sus producciones no están reñidas con las grandes recaudaciones. No obstante, el cine moderno es incapaz de dejar a un «blockbuster» sin convertirlo en una franquicia, y en ciertas ocasiones, como la que motiva esta crítica, Pixar también ha tenido que pasar por el aro.
El problema es que muchas de las películas de la compañía del flexo son tan perfectas en su narrativa, tan brillantemente cerradas, tan redondas; que no admiten la posibilidad de una secuela que no baje el listón. Hay veces en las que se obra el milagro, pues Pixar sin duda sabe plantar cara a la tiranía del «mainstream» con cierto toque milagroso. Algo de divino debe de haber en las maravillosas Toy Story 2 (John Lasseter, Ash Brannon, Lee Unkrich, 1999) y Toy Story 3 (Lee Unkrich, 2010) que no hacían sino redondear una ya redonda Toy Story (John Lasseter, 1995). Y ahora, Inside Out 2 (Kelsey Mann, 2024) alcanza de nuevo la cuadratura del círculo. Si no se la puede considerar a la altura de la primera entrega, una de las obras maestras cinematográficas de la última década, es por transitar de nuevo por los caminos ya abiertos por su predecesora. Pero lo cierto es que esta secuela constituye un gran exponente del arte de contar (casi) la misma película y volver a hacerlo (casi) a la perfección.
En 2015, Inside Out (Pete Docter, Ronaldo Del Carmen) nos presentó a la adorable, divertida e icónica representación antropomórfica de las emociones que conviven en nuestra cabeza; y que a su vez también sentían, dudaban, aprendían y en definitiva, vivían con nosotros. Un concepto genial desarrollado de manera no menos interesante, apremiando a entenderse a Alegría y Tristeza para salvar a la niña protagonista, Riley; y enseñando a grandes y pequeños que todas las emociones, las «positivas» y las «negativas» son necesarias, y ambas igualmente válidas y apreciables dentro de la experiencia vital. Inside Out 2 parte de idéntico concepto y desemboca en la misma moraleja. Pero por el camino, construye y expande la maravillosa fábula de su primera entrega.
Ahora Riley ya no es una niña, sino que se encuentra en los primeros años de la adolescencia. Con ello se produce un cambio de status en su interior, pues las emociones más viscerales que conocimos en la película original (Miedo, Alegría, Ira, Tristeza, y Asco) se ven obligadas a dejar paso a otras más complejas (Ansiedad, Vergüenza, Envidia, Aburrimiento), que parecen entender mejor las nuevas necesidades de Riley. Aún así la película no se convierte en un artefacto más complejo que su predecesora; sino que lo nuevo de Pixar, cumpliendo una de las máximas de la compañía, apela a todos los rangos de edad y no deja a ninguno de ellos fuera de la diversión, siendo igualmente entendible y empatizable para los pequeños de la casa. Aunque su premisa pudiera resultar parecida a la de Red (Domee Shi, 2022), también de Pixar, Inside Out 2 sigue otorgando protagonismo en todo momento a los sentimientos concretos de Riley, y a pesar de que los temas tratados en ella son universales, no pretende entonar una oda a la adolescencia, como sí lo hacía Red. En este caso, el conflicto en Riley no tiene tanto que ver con sus padres, sus amigos o su entorno social, sino con lidiar con las nuevas emociones que va descubriendo. De hecho, la revelación de que dejarse llevar por sus emociones puede derivar en la pérdida de su «sentido de sí misma» («sense of self», en el inglés original), es tan solo uno de los muchos hallazgos del magistralmente escrito guion de la película, firmado por Meg LeFauve, Dave Holstein y Kelsey Mann.
Y es que en Inside Out 2 todo transmite y todo está al servicio de la narración, desde la dirección y la música hasta la fotografía y la iluminación. En su juego de colores y formas no hay elemento que no cuente, ya sea en primer o en segundo plano. Desde cómo ser arrastrada por Ansiedad ocasiona la aparición de algo tan peligroso como un trastorno de ansiedad, hasta que sean Tristeza e Ira quienes lleven, de manera muy sutil, la voz cantante en las cabezas de los padres de Riley, curtidas por la ineludible voz de la experiencia; mientras que su hija y sus amigas están gobernadas principalmente por Alegría. Una Alegría, que como ya sucedía en la película original, nos deja entrañables y conmovedoras reflexiones, aunque no todas sean necesariamente alegres. Además, la cinta experimenta con distintos estilos de animación más allá de ese 3D con el que Pixar ha logrado la (casi) perfección artística. De hecho, este mismo año la compañía exploraba en el corto Self (Searit Huluf, 2024) la búsqueda de ese «sentido de uno mismo» antes mencionado, a través de la técnica «stop-motion».
En definitiva, Inside Out 2 no es sino una auténtica gozada animada bien merecedora de ser apreciada en la gran pantalla, y dando rienda suelta a todas y cada una de nuestras emociones. La nueva película de Pixar encantará a los pequeños espectadores, llamará a Nostalgia al panel de control de los que eran niños cuando se estrenó la primera, y devolverá la fe a los adultos que, tras alguna que otra película un poco menos genial, dejaron de creer en los milagros del estudio de Monstruos S. A. y Buscando a Nemo.