Mario C. Gentil / 18.10.2022
En los márgenes, ópera prima de Juan Diego Botto, que está en salas desde la semana pasada, es una cinta que, aunque bien intencionada, peca de varias deficiencias. El mensaje de denuncia social que alberga es contado desde un prisma que parece más una exposición de los personajes en su sufrimiento, que un relato contado desde dentro del propio dolor.
Podría decirse que para denunciar algo no hay que sufrirlo en sus propias carnes, y es absolutamente verdad, pero si se hace en un arte como el cine, hay que saber articularlo para que al espectador le llegue de manera creíble, y no como un mero discurso que en vez de ser contado en audiovisual bien pudiese haber sido expuesto en un discurso narrado a voz o por escrito.
Y digo esto porque la película tiene un decálogo de cosas que quiere protestar, sin dejarse ninguna, pero se olvida de presentárnosla con el suficiente cuidado de hacer una obra verdaderamente auténtica y conjugarla formalmente. Muchos elementos parece que aparecen solo con el único objetivo de ser soltados, sin verse envueltos en un verdadero aparato cinematográfico que abrace y justifique las historias y los momentos. Las resoluciones de los problemas y las conclusiones de las tramas son fáciles, y sobre todo, en exceso previsibles.
Es un cine ingenuo, pareciera que el hijastro, que sufre una infantil evolución (no para el mensaje del personaje, sino para él mismo en la trama), es el que realiza la película una vez completado su arco y transformación, y sea este el que nos abre los ojos, como si el espectador medio no viese esta pobreza social con más frecuencia y autenticidad a diario. La película parece hecha por gente acomodada para gente acomodada que tiene que despertar. Pues no, la obra no es un retrato, para ello haría falta mayor pureza.
Cinematográficamente la película es pobre en recursos, no tiene creatividad para expresar lo que quiere contar, y recurre a una exposición desmedida, buscando nuestra debilidad, no socialmente hablando, porque los temas son reales, pero sí en su modus operandi formal, llegando a poder ser manipuladora con el espectador.
Por otro lado, el guion es verdaderamente flaco, los personajes están poco trabajados en la mayoría de los casos, resultan impostados muchos de ellos. La utilización de historias cruzadas tampoco funciona, principalmente porque no están elaboradas algunas de ellas, y solo sirven de excusa para colocar ese muestrario de denuncias, sin hacernos llegar el alma de los personajes, solo su dolor.
Para finalizar hablar de las dos grandes estrellas del reparto: Luis Tosar es de lo mejor de la peli, siendo su personaje el único que llega a tocarme por momentos. Mientras que Penélope Cruz… venía de unas últimas performances de altísimo nivel, pero aquí se excede en la caracterización (y no me refiero a la estética). No creo que hiciese falta tanto ahínco en este sentido, pese que pueda demostrar la habilidad que tiene, resulta impostado. Aunque principalmente, lo acuso a un error de casting.
Es sorprendente que esta muy mediana película haya sido presentada en dos de los mejores festivales Internacionales del mundo (Venecia y San Sebastián), pues es una obra a todas luces fallida. Pero es muy posible que su público sea esta burbuja y no el conjunto de la sociedad, aunque a lo mejor, los autores no se hayan dado cuenta ni fuese esa su intención.
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