Clara Tejerina / 09.01.2024
El título de la nueva película del alemán Christian Petzold, Cielo rojo (Rotter Himmel, 2023), hace referencia al color del que se tiñe el firmamento cuando las llamas se acercan. Este título no solo evoca el peligro inminente sino que también alude al momento en el que el cielo adquiere tonalidades rojizas, el momento que implica el nacimiento y el ocaso de algo, el amanecer y el atardecer, es un momento de cambio. La película supone un reflejo de la juventud en un mundo cambiante y el miedo y desafíos que las emociones suponen. En su nueva entrega sigue la estela que ya empezó en Ondina. Un amor para siempre (Undine, 2020), en la que los elementos naturales reflejaban de forma casi táctil los sentimientos y la relación entre los protagonistas. En Ondina fue el agua, aquí será el fuego, un fuego incontrolable que acecha en el bosque y que se acerca imperceptiblemente hacia la casa donde conviven estos personajes. En películas como Phoenix (2014) o En tránsito (Transit, 2018), ya jugaba con la definición de sus historias románticas al estilo de Douglas Sirk, desde una construcción del melodrama muy propia, pero a partir de Ondina cambia el foco de las historias. Deja a un lado los marcos históricos y se centra puramente en los vínculos que se forman entre sus personajes desde la actualidad. Integra la magia y lo simbólico de la propia naturaleza en la vida cotidiana de una forma tremendamente orgánica, creando un efecto de realismo mágico donde lo simbólico y lo real se juntan en uno solo. Por un lado, crea una cotidianidad entre estos dos planos, pero a la vez genera una fuerte diferencia entre los mismos. Hace que los elementos naturales sean una representación directa de los personajes y utiliza este carácter incontrolable por el ser humano para reflejar los sentimientos desbordados.
La canción In my mind, del grupo vienense Wallners da a la película la profundidad instrumental, cuando los protagonistas deciden pasar unos días en una casa de campo lejos de la civilización, les acompaña en el camino esta canción de tono onírico y melancólico para presentar a unos personajes que huyen de la vida con el pretexto de la creación artística. La letra se mueve de la misma manera que la película, por un lado la voz principal repite el lema “in my mind” que traducido significa “en mi mente”, suena constantemente como motivo principal en la canción. Le sigue una segunda voz, quedando como acompañamiento casi inaudible por momentos, frases como “el amor nos va a dejar ciegos”, “¿qué nos hará encontrar?”, “viviremos libres y salvajes”. Estos dos estadios diferentes que conviven en la letra también lo hacen en la película, son el terreno físico y el terreno onírico. Por un lado está el fuego real, proveniente de los incendios forestales, pero por otro lado está ese fuego simbólico, que es el que los protagonistas tienen miedo de enfrentar, el fuego emocional de lo que puede crear el vínculo con el otro y el sentimiento irracional que puede generar el amor, para el que no se sienten preparados y les da miedo asumirlo.
Un protagonista neurótico, Leon (Thomas Schubert) atormentado por su ego y los miedos ante lo que la vida le depara es el conductor de la historia mientras que Paula Beer, que interpreta a Nadja, repite colaboración con el director para volver a ser la heroína de la película y, siempre de rojo, representar la llama a la que teme Leon. Petzold habita muy bien este terreno intermedio entre la realidad y lo onírico y lo hace suyo, trae los elementos metafóricos al plano actual pero los configura como si de esta magia mental se tratase, una película muy contemporánea que refleja los miedos de una sociedad y una juventud en continua transformación, que huye al campo en busca de ese paro en el tiempo.