Mario C. Gentil / 29.09.2022
Ayer pudimos ser testigos, en el Festival Internacional de Cine ImagineIndia, que celebra en Madrid su XXI edición, de la película ‘2000 songs of Farida’, obra del cineasta uzbeco Yalkin Tuychiev, que lleva desde 2005 realizando largometrajes, pero totalmente desconocido en occidente.
El que escribe, se asomaba por primera vez a una obra cinematográfica de Uzbekistán, y siendo honesto, me encontraba cauteloso, pero la experiencia no pudo ser más gratificante, pues asistí a una obra que, amén de mostrarme una ventana a un país bastante lejano y desconocido, demostró ser cinematográficamente muy completa.
Kamil vive en un remoto enclave rural con sus cuatro esposas, con las que ninguna ha conseguido tener un hijo. Con la llegada de una quinta, la convivencia se ve alterada… Se encuentra ambientada en la época de la Revolución Bolchevique.
‘2000 songs of Farida’ comienza realizando un cuidado y visualmente muy rico retrato costumbrista, en el que se toma su tiempo para situarnos y darnos a conocer a los diferentes personajes, en los que se recrea gustosamente mostrándonos la cultura uzbeka, ya sea en sus rituales, vestimentas, utensilios, labores cotidianas o gastronomía. La utilización muy puntual de la música también incide en este sentido.
Pero cuando la película parece que en ese sentido ya comienza a agotarse, sorpresivamente, comienza otra etapa, en la que la trama se bifurca en dos argumentos que a la vez se entroncan, pues van ligados: aparece el tema histórico-político revolucionario, y, sobre todo, el más importante asunto de la película, el trato machista, esclavista y la reivindicación de libertad femenina. Si bien en su inicio nos lo había dado más veladamente, acaba brotando en su verdadera potencia llegado a un punto, haciendo que el ritmo de la película cambie de para bien.
Aparecen entonces temas como el maltrato, la crudeza y la severidad, la rivalidad entre mujeres en una lucha jerárquica, el ansia de libertad, la soledad, la desconfianza, o un amor visceral. Además, tiene la buena firma de escritura de hacernos entender que todo esto es fruto de una concepción cultural que lo provoca. Y finalmente, para completar este muy buen guion, que firma el propio Tuychiev, la película se cierra con un magnífico y tronante final.
También hacer mención de las actuaciones, que en ningún momento desentonan, y aportan su muy buen trabajo para sumar en este intenso drama.
Pero es que la cinta tiene en su apartado visual probablemente su mayor mérito. A la ya mencionada captación de las calidades materiales, se suma en la fotografía (Bahadir Yuldashev) tanto el bello paisaje agreste, como el de la pequeña granja, con un juego de encuadres donde los marcos de puertas y ventanas encajan maravillosamente, con una fusión de interiores y exteriores, que realizan una superposición de planos, y dejan juego para elementos en primeros y en segundos términos.
Tenemos igualmente primeros planos de las figuras humanas, medios o lejanos, utilizados con mucho acierto para sacar esos sentimientos según la escena lo demande. Además, es un rasgo muy característico del filme, que la cámara va siguiendo a los personajes al ritmo de una brisa, ya sea con muy sutiles travellings o muy leves movimientos de grúa, que no hacen sino adecuarse al lento modo de vida de un paraje como el que nos enmarca.
En definitiva, un descubrimiento de película y de un cineasta de un buen gusto y una alta sensibilidad, que no habríamos tenido la suerte de contemplar si no fuese por su programación en el Festival ImagineIndia, ya que la cinta de 2020 no ha tenido, ni tiene pinta a estas alturas, de tener distribución en España.
Pueden visitar la web del Festival, que nos trae más películas inéditas y que difícilmente podamos volver a ver, en el siguiente enlace: https://imagineindia.net/