Andrea Villalón Paredes // 23.09.2022
Con el mismo tono de Mommy de Dolan, por su tratamiento de los personajes, y de Vivre Sa Vie de Godard, por la búsqueda de independencia, Le Lycéen nos pone en la mirada de Lucas (Paul Kircher), un adolescente de 17 años que pierde a su padre en un accidente de tráfico. Este evento crea un trauma impactante en la familia, que ahora se ve obligada a reestructurarse, siendo el más afectado el protagonista del film.
Las anteriores referencias no deberían servirnos de guía, pues no son similitudes mínimas, que el film parece referenciar o inspirarse en. Después toma su propio camino, para bien o para mal. En este coming out of age se tratan los problemas de la adolescencia, pero de una manera distinta, donde la muerte y el duelo son parte fundamental de este proceso.
A nivel narrativo, la película se sostiene durante gran parte del metraje, pero luego se hace muy pesada, a veces se repite a sí misma, haciendo que el visionado se haga tedioso. Concretamente, donde se hace más excesiva es en el tratamiento de la tragedia. Dando la sensación de que el film quiere convertirse en un tragedy porn por el exceso dramático en sus giros de guion. No obstante, algo positivo en la historia que se nos presenta es la representación de la homosexualidad. Un punto a favor del film, en como realiza el tratamiento de esta, pues forma parte de la trama y del desarrollo del personaje, pero no es el epicentro, por lo que ayuda a normalizarla y tampoco cuenta con los temas tópicos como la búsqueda de identidad o tener que lidiar con una salida del armario.
En la interpretación, es imposible pasar por alto a Juliette Binoche, que, aunque hace un papel secundario, es obvio que es una actriz de gran calibre, el papel que juega en esta película le da total veracidad a la historia y destaca sobre el resto del reparto; los gestos, la expresión facial y el tono de voz hacen que la audiencia empatice con la madre. Personalmente, este papel de Binoche junto con Avec amour et acharnement (que también está en el Festival de San Sebastián, en la sección de Perlak) ha sido para mí lo que ha culminado mi total respeto por la actriz. Como, a pesar de tener una carrera muy fructífera, todavía sigue dando lo mejor en cada interpretación. Independientemente de si el resto funciona o no, Binoche siempre da el máximo y eso se agradece, no solo como audiencia, sino también la misma película en sí, que se beneficia de su increíble trajo.
En conclusión, Le Lycéen es un film que se siente débil en muchas ocasiones y pocas veces consigue salir de la monotonía y, en ocasiones, cuando lo hace es a través del exceso, impidiendo que la película pueda encontrar un balance en la manera que se sucede y teniendo un ritmo caótico que crea desinterés en lo que sucede en la pantalla.