Clara Tejerina / 04.11.2023
Las cuatro hijas (Les filles d’Olfa, 2023) se presenta a competición en la sección oficial de la 68º edición de la Seminci. En ella, Kaouther Ben Hania, conocida por su valentía a la hora de filmar documentales e introducirse en lugares oscuros en propuestas como Challat of Tunis (2014), se acerca con delicadeza a la historia verídica de una familia tunecina. Jugando con la realidad a través de la ficción y viceversa, muestra la vida de una madre, Olfa, y sus cuatro hijas, y cuenta cómo las dos hermanas mayores han sido “llevadas por el lobo”. La historia juega con su propia construcción y crea un metarrelato en el que se mezclan ficción y realidad. La directora entra en la intimidad de estas mujeres, y, como si de un juego de espejos se tratase, muestra a través de sus encuadres sus realidades fragmentadas. La película parte de la idea de la representación. Para ello, Ben Hania cuenta con dos actrices que harán de las hermanas desaparecidas, las propias hermanas reales, Olfa, y otra actriz (Hend Sabry) que también interpretará a la propia Olfa, intercambiando sus papeles cuando la historia lo requiera. A través del encuadre explora el concepto de dualidad y división donde los espejos actúan como elemento simbólico. Olfa y su actriz comparten encuadres, en muchas ocasiones se hacen visibles las líneas que separan sus espejos, así muestra el tejido que va formando la historia. También están presentes los juegos de luces, que marcan el contaste entre luz y oscuridad presente durante todo el film, también impulsado por el vestuario, dibuja en sus rostros estas líneas marcadas por la sombra, y la luz que intenta abrirse paso. Cuando Olfa y Hend están juntas y solas en plano no comparten ni ángulo de miradas ni el foco, pues la madre de la familia solo es una.
Un trabajo de dirección que muestra la capacidad por parte de la directora para acercarse a la realidad de estas vidas y mostrarla desde la verdad. Las mujeres se desnudan emocionalmente y se enfrentan a su realidad y a su propia construcción de la misma. Hay que destacar el papel de Olfa, que durante el proceso se enfrenta con su alter ego tanto literal como figuradamente, a sus hijas y a sí misma. El juego de interpretaciones es el que permite realizar esta alquimia. Los momentos más destacables de la cinta son aquellos que solo la magia del cine puede permitir. El encuentro entre representación y representadas que da a luz a una ilusión, un momento utópico de engaño donde lo imposible se hace posible durante un instante. La magia que permite que esa familia se reencuentre de nuevo, la magia de poder revisitar momentos que parecían perdidos y la magia de poder habitar el dolor y sanar heridas del pasado. Así, el arte se convierte en una herramienta para poder reconstruir la historia, la suya propia, y habitarla desde otro lugar.
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