por Jaime P. Llosa / 9.07.2023
Yo y las bestias (Nico Manzano, 2021) es una película venezolana que utiliza la autoficción para explorar la relación simbiótica entre la música y el cine en la historia de un músico compositor independiente.
La película captura de manera efectiva la angustia y frustración del protagonista mientras lucha por encontrar un espacio para expresarse creativamente en medio de un entorno adverso, generando su propia estructura narrativa. El uso de personajes imaginarios para representar su lucha interna añade una capa de profundidad a la historia, explorando el conflicto de ser un artista solitario y producir sus propios temas en un contexto desafiante. La representación de estos dos seres imaginarios que lo acompañan puede ser entendido como la fuerza y la autodisciplina necesarias para poder seguir, el soporte que hace falta uno se lo inventa.
Lo que genera que Yo y las Bestias sea una película que presenta una estructura narrativa lineal y compromete la realidad al utilizar elementos como una banda de músicos y locaciones reales. El director, guionista, protagonista y creador de la banda sonora, Nico Manzano, retrata orgánicamente su experiencia a través del lenguaje musical y la abstracción del momentum. A pesar de las limitaciones de autodirección, el personaje principal, un músico independiente en un país agobiante, muestra una implacable determinación para enfrentar las sorpresas de la historia. La sensibilidad calmada pero emotiva se refleja en los aspectos visuales, como los planos estáticos y la colorización con tonos pastel. La película transmite un profundo respeto por el arte y destaca el compromiso apasionado hacia la música en medio de las adversidades.
Así es como en Yo y las bestias destaca en el concepto y la dirección de arte, ofreciendo un trabajo excepcional al agregar color, fantasía y surrealismo a cada imagen. Estos elementos visuales acompañan la historia para cautivar la mirada del espectador y crean un contraste impactante con la dura realidad de la corrupción y la informalidad que se revela en las escenas relacionadas con el contexto laboral y el trato con la policía. La película nos sumerge en una situación donde los recursos son escasos y las oportunidades son limitadas, que se fusiona perfectamente con la música, llevándonos a la fantasía con un enfoque tan infinito como el propio arte musical.
El final abierto de Yo y las bestias es irónico y deja una impresión duradera de que la fantasía persiste. Acompañado por seres imaginarios, el músico toca en una pequeña librería, mostrando resistencia y determinación ante la adversidad. Aunque enfrenta dificultades y no puede realizar su visión musical, encuentra una forma de seguir adelante y compartir su arte de manera modesta pero significativa. La película refleja la sutil ironía en varios momentos, mostrando que a pesar de los desafíos en Venezuela, la música sigue presente. En última instancia, nos recuerda que mientras haya música, la vida seguirá siendo valiosa.