Mario C. Gentil / 06.11.2023
La directora germana Angela Schanelec presentó su última película Música (Musik, Alemania) en la Sección Oficial de la SEMINCI, donde recodifica el mito de Edipo Rey como ya hiciera el trágico Sófocles en su obra más rotunda. La directora alemana actualiza el mito, pero lo hace sin hacerse esclava de una esencia postmoderna. Por el contrario, Schanelec indaga desde las formas propias, con soluciones técnicas radicales, pero a su vez, eminentemente sobrias, los lindes de lo atemporal y lo universal.
En el onírico, surreal y milenario paisaje agreste y costero de Grecia, la cineasta presenta a sus personajes como enigmas. Pese a estar situados a finales del XX, estos se ven insuflados por el halo del misticismo mitológico, los silencios se tornan más trascendentales, las miradas se perciben con una carga más severa, los diálogos se ven desprovistos de algún atisbo de banalidad. Todo este clima fílmico tiene como meta un logro aún mayor: la transmisión de la atemporalidad del mito con las herramientas del cine autoral contemporáneo. Para la consecución que supone este logro, Schanelec utiliza con certera puntería el manejo de, quizás, las elipsis más complicadas de realizar en el arte del cine: aquellas en la que los saltos en el tiempo, la multiplicidad de las formas, o incluso, la bilocación, van de manera innata asociadas a los personajes de la mitología. Sin embargo, la narración no sucumbe a adaptaciones literarias, o a la lineal cadencia cinematográfica que lo comprima, sino que mantiene su autonomía libre y obscura como elemento esencial que ponen a su vez en marcha las elucubraciones de lo que hay transcurriendo fuera de pantalla.
El enigma, elemento fundamental de las relaciones humanas, del que nunca quiere desprenderse la cineasta, atiende, como la vivencia de las religiones arcaicas, a una vuelta postmoderna de la experiencia de una religión (en definitiva, de un credo, o de un sistema de valores) individual, más que a una capacidad comunicativa explícita y definitiva promovida o prestada de un aparato institucional mucho mayor. Esto la convierte en una cinta que podrá ser revisionada en cada década, donde su construcción hermética pero universal se presentará siempre igual para ser releídas y atravesadas por los diferentes códigos de pensamiento (que no modas) que vengan aparejados con el tiempo.
Quizás es por ello por lo que mucha gente, acostumbrada a usar engranajes de pensamientos impuestos desde fuera, podrán ver agotadas sus formas, y en general, encontrar agotante la cinta, al poco de comenzar. Sin embargo, Música porta una carga consciente tan grande, una que se abstiene de señalar y especificar, que hace que su contemplación se aleje de la reinante cultura escapista y nos reencamine de nuevo al enfrentamiento con la esfinge.