Jaime P. Llosa / 10.07.2023
La película documental La Chucha Perdida de Los Incas (Perú, 2019), dirigida por Fernando Gutiérrez, alias Huanchaco, nos sumerge en un viaje de exploración de la identidad. En tan solo 80 minutos, combina elementos de la realidad y la performance, planteando preguntas fundamentales como «¿quiénes somos?» y «¿quién soy?». A través de la fascinante figura de Mario Poggi (1), el filme aborda la búsqueda de la identidad paterna en la sociedad peruana.
Esta película va más allá de la narrativa tradicional al explorar profundamente la identidad, abriendo un espacio para la reflexión y el diálogo sobre temas fundamentales en nuestra sociedad. Huanchaco y Poggi estructuran la trama a través de sus personajes, planteando y respondiendo preguntas que desafían las ideas preconcebidas y las convenciones sociales. Invita a los espectadores a cuestionar su propia identidad y reflexionar sobre la importancia de comprender quiénes somos en realidad.
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Nos embarcamos en un viaje fascinante junto a estos artistas. Mario Poggi nos muestra, en un video de archivo, su compromiso de valorar lo humano y colocarlo en primer lugar. Esta poderosa idea refuerza la importancia de la identidad personal y colectiva, estableciendo una conexión profunda entre el arte, la sociedad y los valores fundamentales para cualquier transformación social. Así Poggi revela en esta afirmación aparentemente idealista su imaginación poderosa, flexible y extremadamente diversa.
En esta búsqueda, somos participantes activos una vez más del lenguaje autoral de Huanchaco, artista multidisciplinario que trasciende el lenguaje cinematográfico con su peculiar ímpetu de inocencia. Como quien descubre objetos, palabras y tesoros, él se transforma y vive en la película. A medida que avanzamos en el documental, nos enfrentamos al fallecimiento de Mario Poggi, un suceso que nos acerca a la doctrina de Alfa y Omega. En este contexto, se nos presenta al Hermano Antonio Córdova Quezada, un peruano contactado que ejerce la figura paterna y defiende su doctrina basada en la fe, llegando incluso a afirmar que «hasta la fantasía es una realidad en la creación de Dios». Aportando una capa más de significado a la pregunta inicial ¿de dónde venimos?
Para sumergirnos en La Chucha Perdida de los Incas, es importante destacar el paralelismo existente entre la línea documental que sigue a Mario Poggi y la representación simbólica de las ideas a través de la búsqueda de la chucha perdida, en la que Huanchaco se convierte en protagonista. De manera paralela a la trama del documental, Huanchaco emprende un viaje de exploración por las cuevas de la selva en busca de este enigmático objeto.
Este juego de reflejos entre las ideas expresadas y las representadas es un aspecto divergente de la película que pone a prueba el género y tensa la exploración documental. Se emplea animación, efectos visuales y una puesta en escena ficticia, plástica y desbordante. Por ello, para cuestionar la realización, es importante sondear la experiencia documental, de registro, de performance y exploración investigativa que Huanchaco ha realizado en proyectos anteriores.
Aunque no es indispensable, es necesario tener curiosidad y disposición para interpretar las imágenes, los diferentes formatos utilizados, el montaje, la música y captar el subtexto que revela el ADN del autor y la amplia gama de formas que amalgama en todos sus proyectos.
Se percibe un fuerte concepto de exploración, disciplina y trabajo en torno al arte, así como una comprensión de la experiencia estética y su función dentro de la sociedad. Solo de esta manera nos atrevemos a afirmar que La Chucha Perdida de Los Incas es un buen ejemplo de toda esa investigación llevada al lenguaje cinematográfico. La película invita a sumergirse en la profundidad de su tesis, exigiendo una mirada atenta y abierta a los ricos niveles de significado que se entrelazan en su narrativa visual y conceptual.
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(1) Mario Augusto Poggi Estremadoyro (Lima, 3 de marzo de 1943 – 26 de febrero de 2016) fue un artista, psicólogo, escultor y humorista peruano, que se hizo conocido por haber asesinado a un supuesto asesino serial, crimen por el que cumplió una pena de casi cinco años en cárcel. A lo largo de su carrera, Poggi exploró una amplia gama de temas en su obra artística, desde la representación de la figura humana hasta la crítica social y política. Poggi también fue reconocido por su compromiso social y su participación en movimientos artísticos y culturales en el Perú. Fue uno de los fundadores del colectivo Arte Nuevo, que buscaba generar un diálogo crítico sobre el arte y la sociedad en la década de 1960. A lo largo de su carrera, Poggi recibió numerosos premios y reconocimientos, tanto a nivel nacional como internacional. Sus obras han sido exhibidas en importantes galerías y museos de arte en Perú y en el extranjero.
Estímulos recibidos del Estado peruano: S/ 189,859