Mario C. Gentil / 02.04.2022
Belle (Ryū to Sobakasu no Hime), la última película del Studio Chizu, dirigida y escrita por Mamoru Hosoda, está ya en los cines de España. Es una cinta que te impacta a los sentidos y que consigue hacerte pasar una experiencia audiovisual por la que merece la pena pagar una entrada, pues es de las mejores películas de animación estrenadas en lo que llevamos de año.
Suzu es una joven estudiante que vive sola con su padre en un pueblo de la prefectura de Kochi. La incomunicación con su progenitor es total desde hace años tras la muerte de su madre, que dio la vida por salvar a otra niña. Suzu es una chica normal, que interpone distancias con el resto de estudiantes de su instituto, y que descubre la aplicación “U” gracias a su única amiga cercana.
La película es una versión de La Bella y la Bestia en anime, en ciencia ficción y en la virtualidad de los videojuegos/redes sociales. Aunque en realidad, esa es la superficie, pues la historia trata de la búsqueda del autoconocimiento, de la superación del trauma a través del conocimiento de las propias fortalezas, incluso de la utilización de las redes (sin omitir la deshumanización a la que nos puede arrastrar) para encontrar luz, comunicación, salidas y ayudas que tengan efecto en la vida real. Con todos estos elementos, la cinta está dotada de muchos reflejos de la actualidad.
El anime posee unos 40-45 minutos iniciales portentosos. El que escribe, habiendo visto algunas muestras de cine de animación japonés, reconociendo su incuestionable belleza, que nos da a veces maravillosas piezas, no se puede considerar ni por asomo devoto del género, como sí lo es el gigantesco fandom que arrastra este tipo de cine. Pero esta película me seduce. Su parte virtual me fascina y conquista, y su parte terrenal, aunque no con tanta fuerza, me llega y me llena.
Si bien, la película no es ni mucho menos perfecta, pues no mantiene el asombro inicial, y pese a que su desarrollo discurre muy bien, pierde ese ensimismamiento que produce al inicio, sin dejar de tener momentos muy bellos y grandilocuentes. Pero es incuestionable la calidad de la animación y la capacidad creativa de los autores.
La aparición de Belle por primera vez está a la altura de la de Rita Hayworth en Gilda o la de Marilyn Monroe en Con faldas y a lo loco. Sí, lo he dicho. Puede que esté exagerando, seguramente así sea. Pero el impacto repentino de belleza y presencia, los ojos abiertos como platos, y los bellos erizados, no mienten. Cinematográficamente está realizado para que no se te olvide.
La música de Yuta Bandoh, Ludvig Forssell y Taisei Iwasaki, se inserta como otro de los temas de la historia, es otra de las culpables de la magnificencia de la película. Con unos cuantos temas que aumentan esa potencia audiovisual que la animación nos regala. En este sentido la película alcanza la potencia de otra obra que combina una gran banda sonora con imágenes inspiradoras, como es Nausicaä del Valle del Viento (1984), todo un clásico del anime y una de las películas que comenzaron la leyenda del Estudio Ghibli.
Desde luego, se han despertado en mí las ganas de ver las otras películas tanto del Studio Chizu como de Mamoru Hosoda, a los cuales desconocía. Y por supuesto, también las de recomendar el visionado de Belle a toda persona que me pregunte sobre la película.