Clara Tejerina / 26.11.2022
Manuel Arija presenta en el festival Rizoma su ópera prima Ultrainocencia (España, 2022) adaptación de la obra teatral con el mismo nombre. Un ambicioso proyecto donde, bajo las bases del surrealismo, la comedia y la ciencia ficción pretende dar respuesta o abrir camino a algunas de las preguntas más complejas que atañen al ser humano ¿Cuál es el significado de la existencia? ¿Existe un ser superior? ¿Somos creaciones o creadores? Estas líneas, complicadas de responder, arrancan la cinta como tráiler y declaración de intenciones de la película.
Con el tono experimental que ya había indagado en cortometrajes anteriores como La Piñata (España, 2009) o Frozen (España, 2013) Arija plantea su primer largometraje donde destacan las coreografías teatrales, llevadas a cabo por los actores, quienes, mezclando interpretación y danza y jugando con la cámara generan rituales interesantes que dan pie a la exploración e integración de distintas artes.
Cabe destacar que la película cuenta con un gran proceso de producción, un proyecto donde se destacan las ganas tanto del equipo como del reparto de sacarlo adelante, lo cual aporta un tipo de frescura que se percibe en la película. Con muy pocos medios consiguieron, subvencionado mediante campañas de crowdfunding y los ahorros del propio director, grabar en localizaciones difíciles, hacer decorados sin apenas recursos, y una buena postproducción, todo ello mediante la ambición, la fe y el esfuerzo de los que ponen la energía en su primera película, y con la creatividad suficiente para buscar soluciones accesibles y eficaces, un proceso que, sin duda, merece respeto y admiración.
Con eso y con todo, la película plantea preguntas demasiado ambiciosas y esto hace que se despiste a ratos de su objetivo a través de un surrealismo principalmente narrativo y actoral, poco apoyado con los demás medios cinematográficos. Aludiendo al término del propio título, la construcción de los personajes confunde inocencia con infantilización, lo que les da a los protagonistas un carácter difícil de mantener y que además, en ocasiones, se traiciona a sí mismo, destacando los momentos donde muestran las facetas más serias de su personalidad, lo que genera contradicciones. Esto resuena con el tipo de humor que emplea pecando a veces de introducir una comedia demasiado simplista que no llega a cuajar; sin embargo, se nota en la sala los momentos de lucidez cómica, donde pule los gags para conseguir un humor ácido a través de diálogos inteligentes y juegos de palabras que generan a su vez, una mejor respuesta entre el público. Con sus luces y sus sombras es una propuesta interesante, que se arriesga y trata de probar cosas nuevas, lo que en sí mismo es de gran valor, y que, aunque imperfecta, merece un reconocimiento por su arrojo, ambición y desde luego, curiosidad por ver hacia dónde irán los pasos de este ambicioso director.
Me encanta, que me cuenten como se gestan las películas, y a la vez, que no por ello, se las santifique o demonize.
Un análisis crítico desde los ojos de una profesional