Sofía García Carrasco / 15.10.2022
La película elegida como representante española el pasado año para los premios Oscars fue El buen patrón (2021) de Fernando León de Aranoa. El director, conocido por un cine social, en este filme nos muestra al propietario de una empresa —encarnado por el mismísimo Javier Bardem— quien trabaja contrarreloj para que su fábrica de balanzas sea galardonada con el único premio que le queda por conseguir.
Mostrando la otra cara de lo que veíamos en la película más álgida de su carrera, Los lunes al sol (2002), Fernando León de Aranoa sigue buscando hacer una crítica marxista al capitalismo, pero desde la imagen del gran empresario propietario de una empresa en lugar de mostrar ese lado desolador del parado. No obstante, la mayor diferencia entre ambas no es la perspectiva que muestra, sino el uso de la comedia que desentona con el gran tono crítico que busca la película.
Acentuando la disparidad social para mostrar esa lucha de clases —de una forma mucho más obvia que lo que observamos en Parásitos (2019)— nos muestra que tras asumir el capitalismo como algo bueno —esa sonrisa y modales del “buen” patrón lo dicen todo— se esconde el beneficio propio y la perversión de dicho sistema social —el personaje más explotado es el más obediente—. No obstante, en lugar de adoptar un tono violento para mostrarlo, opta por lo cómico. Al contrario que en películas como El sentido de la vida (1983) o Relatos salvajes (2014) no se muestra de manera hiperbólica y exagerada, sino que hace ver esa crítica de manera tibia sin llegar a ser sutil, pues simplemente se pierde parte del mensaje.
Al contrario que en la última película mencionada, se opta por no mostrar explícitamente la violencia, cuando busca hacer una crítica directa a ello. Se ve claramente este intento cuando para equilibrar la balanza que abre las puertas a su empresa utiliza una bala, pero no se muestra de manera tan explícita cuando soborna a un personaje para hostigar a otro —siendo una referencia directa a la teoría marxista de que el capitalismo recurre a financiar al fascismo—.
Es cierto que se muestra como una crítica al capitalismo, que Javier Bardem hace tan bien a su personaje que puede ser enervante y que toma un tono irónico que a cualquier padre hace reír. No obstante, también es cierto que no es tan brillante como anteriores creaciones y que queda un poco tibia la crítica, pues desentona con ese toque humorístico tan concreto y a su vez caduco.
Desde el título la película resulta irónica. Pero es más irónico todavía que esta leve crítica al sistema se nutra del mismo para financiarse en este oligopolio cinematográfico que tenemos en España. Lo más gracioso es que se llevara a los Óscar, donde la mella del capitalismo es más que obvia. ¿Buscará luchar contra este sistema desde dentro? Igual por eso adopta un tono satírico que resulta gracioso sólo a la generación menos marxista existente.